Si eres
amante del mar, de la pesca, de los barcos y de la historia que tras ellos se
esconde, seguro que no te perdiste la Festade la cultura marítima “Escala a Barcelona” que se realizó por primera vez
el pasado 18, 19 y 20 de Marzo de 2016 en el Port Vell de Barcelona.
Estuvimos
presentes el 18 al medio día, bajo un sol radiante que te invitaba a quitarte
la chaqueta y disfrutar de la brisa marina que llegaba hasta el Moll de la
Fusta en donde abordamos la goleta francesa de tres palos denominada Marité.
Fue uno de
los primeros barcos que llegaban para anudar sus amarras y esperar ser
abordados por cientos de barceloneses y visitantes con deseos de experimentar
la sensación de libertad al imaginarse ir navegando por mar abierto sin que
nada ponga freno al impulso que da el viento a las velas del Marité.
Saber que al
poner un pie sobre esa madera pulida del único velero que subsiste de los que
desde el siglo XVI iban a la pesca del bacalao, te llena de una sensación de aventura
al transportarte a sus años mozos, cuando el Marité realizaba la travesía hacia el territorio canadiense de
Terranova.
Y aunque el Marité es de construcción relativamente
reciente, lo interesante es que a 93 años de vida tiene mucha historia que
contarnos entre esas paredes finamente reconstruidas, talladas, pulidas y
barnizadas tras su salvación por las autoridades normandas en el 2006.
A pesar de
que en años pasados debía ser un barco con mal olor mientras fue usado como
barco de pesca, o con mal aspecto mientras sirvió para cabotaje de mercancías
entre puertos daneses, actualmente y tras su remodelación que le ha dado un nuevo
atractivo visual, el barco atrae a expertos y curiosos de la navegación que lo
abordan inquietos por descubrir como debió ser la vida a bordo en aquellos
largos trayectos y años en cumplimiento del propósito para el que había sido
construido originalmente.
Pudimos
constatarlo y experimentar esas mismas sensaciones, paseando por su cubierta,
escuchando a los tripulantes contarnos sus actuales travesías e incluso
degustando algunos de los alimentos que proporciona el mar como ostras o las
famosas tielles, empanadillas
rellenas de guiso de pescado y pulpo, todo bien acompañado con unos buenos
vinos de la tierra de destinación de la Escala a Sète, el puerto de Sète, en donde
continuó la fiesta de las tradiciones marítimas en celebración del 350
aniversario del que es considerado como uno de los puertos más bellos del
mundo.
Pero
si por alguna razón te has quedado con las ganas de abordar al Marité, ten en cuenta que siempre
podrás subir a bordo para dar un paseo por la bahía del Mont Saint Michel,
saliendo desde su puerto de atraque en Granville, donde suele pasar el resto
del año. (Post escrito por Alejandra Camacho)
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