10 feb 2015

Poblat ibèric de Sant Sebastià

Des del segle VI a.C. al segle I d.C., un grup d’íbers Indigets van triar un dels llocs més bells de la Costa Brava, la muntanya de Sant Sebastià a Palafrugell, per a viure-hi i construir-hi un poblat. Des d’aleshores, el pas dels grecs i romans i del temps va anar fent que abandonessin el cim de la muntanya a la que s’havien acostumat en favor de la plana i la costa propera. Així van néixer Llafranc i Palafrugell, els pobles més propers.
Amb el temps, allà a prop hi construirien una torre de guaita per a vigilar la presència de pirates berberiscos al segle XV, una ermita i fins i tot, el 1857, un far per a advertir als vaixells de la proximitat de la costa. Actualment conformen el Conjunt Monumental de Sant Sebastià de la Guarda.
No seria fins a finals dels 1950s que Joan Badia i Homs i diversos companys no descobririen les restes del poblat. En van delimitar l’extensió i en van fer els primers estudis, però les primeres excavacions del poblat serien entre 1984 i 1987. Des d’aleshores s’hi excava amb regularitat.
Algunes de les estructures estan protegides amb pedra volcànica o tornades a enterrar per a evitar-ne la degradació, però una sèrie de cartells informatius i les delimitacions del terreny permeten fer-se una molt bona idea de com era el poblat.
Hi podem veure unes quantes cases de dues habitacions i plantes separades, de les quals han quedat els fonaments de pedra sobre els que s’erigien les parets de tovots i els sostres de canyes. També hi ha les restes d’un forn de fundició de metall i un total de 29 sitges excavades al terra, algunes de quatre o cinc metres de profunditat, on podien emmagatzemar el gra per a l’hivern.
Moltes vegades en un jaciment arqueològic es fa complicat entendre com era la vida d’aquells homes i dones que van viure-hi fa tant de temps, però al Poblat Ibèric de Sant Sebastià de la Guarda els cartells i l’estat de les restes ajuden a fer-ho més senzill. Veient les vistes del mar des del penya-segat i de la plana cap a Palafrugell, és possible fins i tot que els comencem a envejar...  

Aquest poblat no forma part de la Ruta dels Íbers del Museu d’Arqueologia de Catalunya, però se’n pot conèixer més al Museudel Suro de Palafrugell

2 feb 2015

Parques Nacionales de Hungría

Al oeste de Budapest, encajada entre las fronteras de Austria, Eslovenia y Croacia, la antigua región húngara de Pannonia cuenta con tres de los diez parques nacionales del país magiar. Alejados del bullicio de la ciudad, son un remanso de tranquilidad, poco conocidos y aún no transitados por las hordas de turistas que suelen visitar otros parques europeos. Balaton Uplands, Őrség y Fertő-Hanság se convierten así en el destino ideal para conocer una región natural de Europa donde el ecoturismo y las tradiciones folclóricas son su principal riqueza y donde la tranquilidad y el descanso están asegurados.

Parque Nacional Balaton Uplands
A menos de dos horas en coche del centro de Budapest, la península de Tihany entra en el Lago Balaton como si quisiera cortar el estrecho lago por la mitad. El Parque Nacional de Balaton Uplands protege la riqueza natural y geológica del lago Balaton y sus alrededores desde 1952. El lago, con sus 77 km de largo, es el más grande de Europa central, y gracias a su clima mediterráneo, alberga en sus alrededores una fauna y flora que son la excepción del resto de Hungría. Por ejemplo, fue en la península de Tihany, centro neurálgico de la vida alrededor del lago, donde en 1930 el Dr. Gyula Bittera, un farmacéutico local, empezó a cultivar lavanda para usos medicinales y con el tiempo, los campos de lavanda de Tihany han conseguido proporcionar más aceite esencial por planta que los de la Provenza francesa. El mejor sitio para comprobarlo es Levendula Ház, en el centro de la península. En una vieja casa local, este museo sirve a la vez de Centro de Visitantes para conocer la región. Aquí se explica todo el proceso de elaboración de las esencias de lavanda y en la pequeña tienda del museo pueden comprarse todo tipo de artículos relacionados con la planta aromática: jabones, aceites, y hasta galletas y bebidas.
La península de Tihany es también el centro religioso de la región desde hace siglos, y buena prueba de ello es el monasterio benedictino del siglo XI cuyos restos aún pueden verse cerca de los pequeños montes que forman el paisaje de la península.
No lejos de Tihany, otra geología especial de la zona puede observarse en la cuenca de Káli, una rica área de campos cultivados rodeados por varios conos volcánicos extintos que le dan un aspecto de paisaje primigenio a la vez que ordenado. Media docena de pueblos de origen medieval diseminados por la llanura tienen altos campanarios que sobresalen en el paisaje, pero sin duda el lugar más característico de la zona es la montaña Hegyestű, una pared de columnas basálticas de origen volcánica que fue usada hasta la década de 1960 como cantera y que ahora se ha convertido en el mejor mirador de la zona. Desde aquí se puede ver toda la cuenca, verde y llana, flanqueada por volcanes que, aunque dormidos, inspiran a soñar.
Cerca de aquí pueden verse algunos de los animales de la región, ya sean salvajes (como los corzos y ciervos que habitan en los bosques) o las razas ganaderas típicas de Hungría. En el Parque Animal Festetics Imre de Keszthely niños y adultos disfrutan por igual recorriendo los cercados que guardan animales de razas tan diversas como la gallina de cuello pelado transilvana, la vaca gris húngara (que produce muy buena carne), la oveja racka (con sus cuernos helicoidales) o el famoso cerdo mangalica (con una carne rica en grasa que la hace ideal para jamones).

Parque Nacional Őrség
De aquí a Őriszentpéter, la ciudad más importante del Parque Nacional Őrség, sólo hay una hora y media de camino en coche. Desde el año 2002 el Parque protege los extensos bosques de robles, pinos y abetos, lagos y campos cercanos a la frontera austríaca y eslovena. En tiempos de la guerra fría esta zona estaba militarizada por la guardia fronteriza, con un acceso muy restringido que permitió que los árboles crecieran sin interferencia humana, y hoy se considera uno de los bosques más salvajes de Europa. La historia del paso fronterizo y de sus guardias se puede conocer de primera mano en el Határőr Múzeum (el Museo de los Guardias de la Frontera), donde se exhiben tanto piezas de indumentaria (sobretodo abrigos para sobrevivir el invierno) como armas y vehículos que utilizaban los guardias para patrullar a lo largo de la verja que separaba Hungría de Austria. No eran muchos los húngaros que pudieron cruzar ilegalmente el Telón de Acero, y en parte se debe a los sofisticados sistemas que tenía la Guardia para localizar posibles intrusos. Actualmente la verja ya está derruida y, de hecho, muchas excursiones por Őrség se complementan con visitas a la zona austríaca, con paseos en barca a lo largo del río Raab.
En Őrség también puede visitarse el Museo Folclórico de Szalafő-Pityerszer, donde varias casas y granjas tradicionales llamadas szerek han sido abiertas al público, con su mobiliario intacto, para ver cómo se vivía en la zona hasta mediados del siglo XX. Aquí se pueden observar las herramientas para trabajar el campo que no variaron en siglos, y las cocinas compartidas con el comedor y los dormitorios para aprovechar el poco calor de las lumbres en los rigurosos inviernos. Algunos de los oficios tradicionales se conservan en la zona, como la alfarería o la fabricación de aceite de pipas de calabaza. El trabajo de estos artesanos puede verse en sus propios talleres y añaden una dimensión cultural a la visita de la zona, que hay que complementar, obligatoriamente con una visita a la iglesia de Velemér. Esta construcción del siglo XIII aún se mantiene en pie, y en las paredes de su interior se muestran los murales originales, llenos de colorido, pintados por Aquila János en el siglo XIV y que muestran escenas bíblicas.

Parque Nacional Fertő-Hanság
Dos horas al norte en coche se encuentra Sopron, la puerta de entrada para el último parque nacional de este recorrido, el de Fertő-Hanság, que protege la orilla sur del lago Fertő, compartido con Austria (que lo llama Neusiedler See). Como una de las grandes extensiones de agua del centro de Europa, el lago Fertő recibe la visita de miles de pájaros de varias especies que lo convierten en un paraíso para los amantes de las aves. De hecho, Fertő-Hanság y el parque homólogo austríaco están en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y están considerados por los ornitólogos como un centro de migración de los más importantes de Europa. Toda la zona es rica en viñedos y al ser terreno llano, es un sitio perfecto para recorrer en bicicleta y gozar de la tranquilidad de los campos. Las aguas del lago, siempre de una profundidad que no llega al metro, pueden navegarse en pequeñas embarcaciones o en kayaks individuales, y serán el colofón a la visita turística de una zona de Europa donde la naturaleza todavía es prístina.
El regreso a Budapest no nos llevará más de dos horas y media, pero seguro que al llegar a la ciudad, entre el asfalto de las calles y las piedras de los edificios, añoraremos ya las aguas turquesas del Balaton, los bosques espesos de Őrség o las grandes extensiones de juncos de Fertő.
No pasa nada: esperarán a que regresemos.

Este artículo fue publicado inicialmente en la revista VIAJAHORA de diciembre 2014.


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