Al
oeste de Budapest, encajada entre las fronteras de Austria, Eslovenia y Croacia,
la antigua región húngara de Pannonia cuenta con tres de los diez parques
nacionales del país magiar. Alejados del bullicio de la ciudad, son un remanso
de tranquilidad, poco conocidos y aún no transitados por las hordas de turistas
que suelen visitar otros parques europeos. Balaton Uplands, Őrség y
Fertő-Hanság se convierten así en el destino ideal para conocer una región
natural de Europa donde el ecoturismo y las tradiciones folclóricas son su
principal riqueza y donde la tranquilidad y el descanso están asegurados.
Parque Nacional Balaton Uplands
A
menos de dos horas en coche del centro de Budapest, la península de Tihany
entra en el Lago Balaton como si quisiera cortar el estrecho lago por la mitad.
El Parque Nacional de Balaton Uplands protege la riqueza natural y geológica
del lago Balaton y sus alrededores desde 1952. El lago, con sus 77 km de largo,
es el más grande de Europa central, y gracias a su clima mediterráneo, alberga
en sus alrededores una fauna y flora que son la excepción del resto de Hungría.
Por ejemplo, fue en la península de Tihany, centro neurálgico de la vida
alrededor del lago, donde en 1930 el Dr. Gyula Bittera, un farmacéutico local,
empezó a cultivar lavanda para usos medicinales y con el tiempo, los campos de
lavanda de Tihany han conseguido proporcionar más aceite esencial por planta
que los de la Provenza francesa. El mejor sitio para comprobarlo es Levendula
Ház, en el centro de la península. En una vieja casa local, este museo sirve a
la vez de Centro de Visitantes para conocer la región. Aquí se explica todo el
proceso de elaboración de las esencias de lavanda y en la pequeña tienda del
museo pueden comprarse todo tipo de artículos relacionados con la planta
aromática: jabones, aceites, y hasta galletas y bebidas.
La
península de Tihany es también el centro religioso de la región desde hace
siglos, y buena prueba de ello es el monasterio benedictino del siglo XI cuyos
restos aún pueden verse cerca de los pequeños montes que forman el paisaje de
la península.
No
lejos de Tihany, otra geología especial de la zona puede observarse en la cuenca
de Káli, una rica área de campos cultivados rodeados por varios conos volcánicos
extintos que le dan un aspecto de paisaje primigenio a la vez que ordenado.
Media docena de pueblos de origen medieval diseminados por la llanura tienen
altos campanarios que sobresalen en el paisaje, pero sin duda el lugar más
característico de la zona es la montaña Hegyestű, una pared de columnas
basálticas de origen volcánica que fue usada hasta la década de 1960 como
cantera y que ahora se ha convertido en el mejor mirador de la zona. Desde aquí
se puede ver toda la cuenca, verde y llana, flanqueada por volcanes que, aunque
dormidos, inspiran a soñar.
Cerca
de aquí pueden verse algunos de los animales de la región, ya sean salvajes
(como los corzos y ciervos que habitan en los bosques) o las razas ganaderas
típicas de Hungría. En el Parque Animal Festetics Imre de Keszthely niños y
adultos disfrutan por igual recorriendo los cercados que guardan animales de
razas tan diversas como la gallina de cuello pelado transilvana, la vaca gris
húngara (que produce muy buena carne), la oveja racka (con sus cuernos helicoidales) o el famoso cerdo mangalica (con una carne rica en grasa
que la hace ideal para jamones).
Parque Nacional Őrség
De
aquí a Őriszentpéter, la ciudad más importante del Parque Nacional Őrség, sólo
hay una hora y media de camino en coche. Desde el año 2002 el Parque protege
los extensos bosques de robles, pinos y abetos, lagos y campos cercanos a la
frontera austríaca y eslovena. En tiempos de la guerra fría esta zona estaba
militarizada por la guardia fronteriza, con un acceso muy restringido que
permitió que los árboles crecieran sin interferencia humana, y hoy se considera
uno de los bosques más salvajes de Europa. La historia del paso fronterizo y de
sus guardias se puede conocer de primera mano en el Határőr Múzeum (el Museo de
los Guardias de la Frontera), donde se exhiben tanto piezas de indumentaria
(sobretodo abrigos para sobrevivir el invierno) como armas y vehículos que
utilizaban los guardias para patrullar a lo largo de la verja que separaba
Hungría de Austria. No eran muchos los húngaros que pudieron cruzar ilegalmente
el Telón de Acero, y en parte se debe a los sofisticados sistemas que tenía la
Guardia para localizar posibles intrusos. Actualmente la verja ya está derruida
y, de hecho, muchas excursiones por Őrség se complementan con visitas a la zona
austríaca, con paseos en barca a lo largo del río Raab.
En
Őrség también puede visitarse el Museo Folclórico de Szalafő-Pityerszer, donde
varias casas y granjas tradicionales llamadas szerek han sido abiertas al público, con su mobiliario intacto,
para ver cómo se vivía en la zona hasta mediados del siglo XX. Aquí se pueden
observar las herramientas para trabajar el campo que no variaron en siglos, y
las cocinas compartidas con el comedor y los dormitorios para aprovechar el
poco calor de las lumbres en los rigurosos inviernos. Algunos de los oficios
tradicionales se conservan en la zona, como la alfarería o la fabricación de
aceite de pipas de calabaza. El trabajo de estos artesanos puede verse en sus
propios talleres y añaden una dimensión cultural a la visita de la zona, que
hay que complementar, obligatoriamente con una visita a la iglesia de Velemér.
Esta construcción del siglo XIII aún se mantiene en pie, y en las paredes de su
interior se muestran los murales originales, llenos de colorido, pintados por
Aquila János en el siglo XIV y que muestran escenas bíblicas.
Parque Nacional Fertő-Hanság
Dos
horas al norte en coche se encuentra Sopron, la puerta de entrada para el
último parque nacional de este recorrido, el de Fertő-Hanság, que protege la
orilla sur del lago Fertő, compartido con Austria (que lo llama Neusiedler
See). Como una de las grandes extensiones de agua del centro de Europa, el lago
Fertő recibe la visita de miles de pájaros de varias especies que lo convierten
en un paraíso para los amantes de las aves. De hecho, Fertő-Hanság y el parque
homólogo austríaco están en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y
están considerados por los ornitólogos como un centro de migración de los más
importantes de Europa. Toda la zona es rica en viñedos y al ser terreno llano, es
un sitio perfecto para recorrer en bicicleta y gozar de la tranquilidad de los
campos. Las aguas del lago, siempre de una profundidad que no llega al metro,
pueden navegarse en pequeñas embarcaciones o en kayaks individuales, y serán el
colofón a la visita turística de una zona de Europa donde la naturaleza todavía
es prístina.
El
regreso a Budapest no nos llevará más de dos horas y media, pero seguro que al
llegar a la ciudad, entre el asfalto de las calles y las piedras de los
edificios, añoraremos ya las aguas turquesas del Balaton, los bosques espesos
de Őrség o las grandes extensiones de juncos de Fertő.
No pasa nada: esperarán
a que regresemos.
Este artículo fue publicado inicialmente en la revista VIAJAHORA de diciembre 2014.