Podéis leer algunos fragmentos en esta entrada. El texto completo lo encontraréis en la revista en papel, ya en los kioskos:
"Entre
las fértiles aguas de la curva del río Níger y las llanuras semidesérticas de
Burkina Fasso, en el sureste de Malí, se extiende la falla de Bandiagara, un
acantilado de trescientos metros de altura y ciento cincuenta kilómetros de
largo. Desde 1989 esta formación rocosa es Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO, no solo por lo espectacular del paisaje, sino sobre todo por ser el
hábitat de una cultura que, viviendo cerca de la protección del escarpe, ha conseguido
mantener ahí sus tradiciones ancestrales: el Pueblo Dogón."
"El
primer pueblo propiamente Dogón que se suele visitar es Djiguibombo, en la
parte superior del acantilado. Aquí se observa ya la arquitectura
característica Dogón en la ginna, la
estancia familiar centrada alrededor de un patio. La casa principal es de
adobe, con techos llanos. Al lado, las construcciones más sorprendentes son los
graneros, elevados, de planta cuadrada y terminados en su parte superior con un
tejado cónico de hierbas que recuerda vagamente el sombrero puntiagudo de un
mago. Las pequeñas portezuelas que permiten acceder a su interior suelen estar
muy ricamente esculpidas y están aseguradas por complejas cerraduras con llave.
Hombres y mujeres poseen cada uno un granero distinto. El del hombre sirve solo
para almacenar alimento (principalmente el grano de mijo, el más común de los
cultivos en la zona), mientras que el granero de la mujer sirve para almacenar,
sobre todo, cuencos con cerveza de mijo. Son las mujeres las que producen esta
bebida fermentada que solo pueden beber los hombres, y con el dinero que ellas
sacan de su venta en los mercados es con lo que compran sus ropas y joyas, que
guardan también en el granero."
"A
cuatro kilómetros de Kani Kombolé se encuentra Téli, donde hay el campamento para
pasar la primera noche. Justo al pie del acantilado se ven las antiguas casas
de los Telem: altas, estrechas y abandonadas. Desde que los leones y hienas o
los agresores humanos ya no son un problema, los habitantes de Téli prefieren
vivir en la llanura, a pocos centenares de metros del acantilado pero más cerca
de sus cosechas. En Téli hay una mezquita, una iglesia y unas cuantas familias
que todavía mantienen el animismo como religión. Por el campamento donde se pernocta
a veces aparece uno de estos animistas con un puñado de conchas de caurí. Por
una pequeña propina el viejo hechicero lee la fortuna del viajero a través de
la posición de estas conchas lanzadas sobre la mesa. El pronóstico es tanto más
favorable cuanto mayor sea la propina."
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