En la costa noreste de Panamá,
entre el centro del país y la frontera con Colombia, existe una comarca con entidad propia: Guna Yala.
Antiguamente conocida como San Blas, Guna Yala es un territorio indígena
autogestionado por los Guna, una comunidad de unas 50.000 personas que viven
entre la costa y el archipiélago de San Blas, un conjunto de 360 islas (dicen
que una para cada día del año).
El origen de los Guna
Entre ellos, los Guna se
autodenominan dule, que significa
“persona”, y fueron uno de los primeros pueblos del mundo en ver su
territorio amenazado por el cambio climático, ya que las islas donde viven, de
muy baja altura, podrían desaparecer bajo las aguas del océano con el deshielo.
Los Guna provenían del interior de Colombia, pero maltratados
por los conquistadores españoles, fueron desplazándose hacia Guna Yala, donde
se aliarían con los piratas ingleses para atacar a los españoles.
Su territorio fue invadido años después por plantaciones
bananeras promovidas por el gobierno, y en 1925
los Guna se alzaron en armas en la conocida como Revolución Kuna que consiguió tener una república independiente
(Tule) durante un tiempo. Luego se juntó de nuevo a Panamá con el nombre de
comarca indígena Kuna Yala, y desde 2011, como Guna Yala. Tienen tanta
autonomía que tienen incluso un puesto fronterizo en la carretera donde hay que
mostrar el pasaporte.
Manteniendo tradiciones
La Revolución Kuna surgió a raíz de un incidente, cuando el
gobierno quiso modernizar a los Gunas, especialmente a sus mujeres,
cambiándoles la ropa, quitándoles el aro de la nariz y otros abalorios. A raíz
del resultado, los Guna quisieron mantener todavía con más empeño sus vestidos
tradicionales, y han convertido a las molas,
los tejidos bordados que lucen en sus abdómenes, como el souvenir más
simbólico que se pueda comprar para
ayudar a la comunidad.
El paraíso de los Guna
En Guna Yala no existe
un turismo de masas,
aunque algunas de sus islas pueden ser consideradas como paradisíacas, con sus
playas de arena blanca y fina y los grandes cocoteros que dan sombra junto a
las aguas transparentes donde corren los peces de colores entre corales. Los
Guna no tienen propiedad sobre las islas, sino que todo el territorio pertenece
a la comunidad, y las familias se turnan para cuidar determinadas islas. Así,
los visitantes pueden quedarse en una isla
solitaria donde únicamente existe una pequeña cabaña de estructura de
tronco de palmeras y techo de hierbas, en la que vive temporalmente la familia
que cuida de la isla. Ellos se encargan de transportarte en barca hasta la
isla, de cocinarte la cena y el desayuno y devolverte, días después a la
civilización. Mientras tanto, habrás podido pasar unos días en el paraíso de
San Blas, reposando en las islas paradisíacas y conociendo la rica cultura de
los Guna de Panamá.
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