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Logotipo de Les Grans Buffets |
Imagina
un restaurante con una suntuosa decoración de principios del siglo XX con una
carta con más de 360 platos clásicos de la cocina tradicional francesa. Donde puedas
degustar 100 postres distintos, catar más de 70 vinos a precio de bodega y
estar constantemente asistido por varios camareros que te sonríen. Y lo mejor, a
un precio muy, pero que muy asequible. ¿Parece imposible, no?
Y
sin embargo, el restaurante existe desde 1989 y cada año más de 260.000
personas pasan por él. Son Les Grands Buffets, en Narbonne, a solo dos horas de Barcelona en TGV.
Les Grands Buffets es uno de los bufets
más grandes de Europa, obra del matrimonio Jane
y Louis Privat. Bajo el concepto de
bufet libre (todo lo que quieras comer a un precio cerrado), el restaurante
recupera las mejores recetas de la burguesía francesa mezclándolo con la alta
cocina tradicional con una cuidada selección de ingredientes de primera calidad.

Enfocado
a un público mayoritariamente francés, Louis Privat ha empezado acciones para
darlo a conocer al público español. “Los franceses empiezan a comer a las 12h y
terminan a las 14h, por lo que hasta el horario de la cena, a partir de las
19h, el restaurante todavía puede servir mucha comida” dice el propietario. “¿Y
dónde encontramos un público que empiece a comer a partir de las 14h? ¡En
España!”. Es por ello que desde hace un tiempo se comienza a publicitar Les Grands Buffets entre los medios
españoles, un país donde este restaurante y el concepto que propone (un bufet
libre de calidad) son desconocidos. Formo parte del grupo de prensa que hemos
sido invitados a conocer el restaurante. Guiados por el propio Monsieur Privat,
un hombre afable, entusiasta y perfecto conocedor del negocio, nos instalamos
en la sala VIP del restaurante, una tranquila habitación a un extremo del ancho
comedor. Louis Privat nos explica la creación de Les Grands Buffets, hace veinticinco años: “Entonces, lo que
buscaba ya era lo mismo que ahora: acercar la cocina de alta calidad francesa al
público general”. Lo bueno no tiene por qué ser caro. Como mínimo aquí…
Varias
mesas muestran todos los productos y platos disponibles para servirse: en un
lugar de honor, la sección de marisco con las ostras de Gruissan (cada año se
sirven 52 toneladas de ellas en Les
Grands Buffets), mejillones, cangrejos, langostinos, salmón ahumado,… En
otro aparador, un cuadro de verduras naturales, como un óleo de Arcimboldo,
decora la sección de ensaladas. Al lado, el bufet de quesos, el más grande de
Europa, con más de treinta variedades de quesos exclusivos: Comté, Cantal,
Roquefort (tres variedades de la marca Papillon), Gorgonzola, Brie, Bûche du
Pilat, Camembert, Reblochon,… Sólo para visitar la sección de quesos ya valdría
la pena venir. Cerca, una mesa de embutidos, otra de panes, otra de salsas y
especias, y la gran mesa de foiegras con distintas variedades.
Dominando la zona de bufet, al fondo del pasillo flanqueado de relucientes cúpulas metálicas bajo las cuales se esconden las delicias para servirse, se encuentra el asador, una gran mesa de trabajo y asadores en la pared donde el cocinero espera la orden del cliente para preparar, delante tuyo, la langosta a la americana, tournedó al foiegras, cassoulet, confit de canard, steak tartare o los demás platos elaborados. Bajo las
cúpulas, manteniéndose calientes, esperan otros platos deliciosos: ancas de rana, caracoles a la catalana, riñones, blanquette de veau à l’ancienne, daube de boeuf, tripes à l’ancienne,…
Regresamos
a la mesa con los platos cargados de comida. Humilde y predispuesto, Louis Privat
nos sirve él mismo uno de los vinos que
ofrece el restaurante. La carta de vinos, que agrupa los mejores vinos de la
región de Languedoc-Roussillon y Francia, tiene los precios directamente del productor,
con la voluntad de hacer llegar a precio justo el vino al consumidor para que
pueda descubrir la enorme variedad vitícola de la región. Más de setenta tipos
de vino se pueden servir en botella o en vaso, y los clientes pueden comprar
botellas para llevarse al mismo precio. Así, Les Grands Buffets sirve como dinamizador y embajador de las ventas
del vino regional, con más de 75.000 botellas vendidas al año.
“En
realidad”, dice Monsieur Privat saboreando una de los manitas de cerdo que
pueden encontrarse en el bufet “no tengo la pretensión de decir que hacemos
gastronomía, pero sí cocina tradicional, servida de forma tradicional”.
Enseguida discrepamos. Por lo que hemos visto y probado, no sólo es gastronomía,
sino en muchos casos alta gastronomía, y en gran parte se debe al trabajo de
los cocineros. Les Grands Buffets se
enorgullece de contar entre su personal con verdaderos artesanos del oficio,
con formación específica. Asadores, salseros, panaderos o gente como el
pastelero Laurent Ouros, el artífice
de los más de 100 pasteles distintos que se pueden probar en el Salón de Té
para postre: milhojas, Paris-Brest, Babas au Rhum, Forêts Noires, Saint-Honorés,
Macarons, Crème Brûlée, cannelés, tartes ardéchoises y hasta postres más
exóticos como jalebis marroquís, delicias turcas, baklavas ,… todos ellos
alrededor de la gran fuente de chocolate líquido.


En
el frescor de la terraza, bajo el influjo de la sombra y de la copa en mano, es
hora de confidencias: “¿Por qué nadie ha copiado este modelo en España?”, le
preguntamos. Monsieur Privat reflexiona, sorbe un poco de su armagnac y
responde. “Bueno, principalmente porque nadie lo conoce”, dice, “pero además
porque en España el concepto de bufet está desprestigiado por los restaurantes de
carretera o los woks chino-nipones”. ¿Cuánto quiere aumentar en clientela
española? (Está facturando actualmente cerca de 12 millones de euros). Monsieur
Privat ya lo tiene estudiado: “Actualmente cerca del 1% de nuestros clientes
son españoles. Si llegáramos al 5% ya podríamos darnos por satisfechos. Al
menos de momento…”. El futuro dirá. Este año invertirá cuatro millones de euros
en la sección de quesos. El futuro del restaurante es cada vez más brillante,
con reservas totales constantes, y más aún si empieza a ser conocido entre el
público español. Sólo espero que no se llene de señoras María provistas de
tuppers en el bolso...
Se
hace tarde y hay que tomar el tren de regreso a Barcelona. Nos despedimos de
Monsieur Privat con un cálido apretón de manos. Apuramos los vasos y nos
desperezamos para levantarnos de la silla. Quizá hayamos comido demasiado… A la
entrada del restaurante existe una balanza antigua, donde te puedes pesar. Me
pesé a la entrada y, temeroso, vuelvo a pesarme: 1,5 kilos de más. Y eso que me
llené enseguida… Aquí, en Les Grands
Buffets, la calidad, la cantidad y el precio no están reñidos: es un sitio
tan distinto, un modelo tan sorprendente, que hay que verlo para creerlo…
Para conocer más:
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