Ahora que es otoño y todavía no hay suficiente nieve para
esquiar, Andorra sigue siendo un país magnifico para descubrir y con los
colores de sus bosques intensos y variables como la paleta de un pintor, es
quizá el mejor momento del año para hacerlo. Aquí te proponemos algunas
actividades y visitas que puedes hacer en un fin de semana para conocer un poco
más de Andorra, el país de los Pirineos.
QUE HACER EN ANDORRA UN FIN DE SEMANA
Visitar el centro de Andorra La Vella
La capital de Andorra, Andorra La Vella, es una ciudad con más de mil años de antigüedad. La Parroquia de la que es sede se menciona ya en el año 839, en el acta de consagración de la catedral de la Seu d’Urgell. Y desde 1278 es la principal ciudad de Andorra. No es de extrañar, pues, que tenga algunos de los edificios más emblemáticos del país. En concreto, el más destacable (y uno de los más importantes) es la Casa de la Vall, un caserón fortificado de 1580 que pertenecía a la familia Busquets. En 1702 fue comprada por el entonces Consell de la Terra que posteriormente pasaría a ser el Consell General, el órgano de gobierno andorrano. La casa ya no aloja al gobierno, sino que se ha convertido en un museo donde se cuenta la historia del país y donde se hacen también los actos más protocolarios.
Otro de los edificios simbólicos de la ciudad es la Iglesia de Sant Esteve, originaria del siglo XI pero que ha sido ampliada varias veces desde su origen románico.
Disfrutar de la gastronomía andorrana
El Pirineo es sinónimo de naturaleza pero también de una
gastronomía de montaña que Andorra ha sabido cultivar. La muestra más evidente
es Andorra a Taula, una serie
de menús (bastante económicos, entre 20 y 40 euros) elaborados por los chefs de
los mejores restaurantes de Andorra y creados especialmente para poder ser
maridados con la cerveza Inedit de Damm.
Las jornadasduran desde el 3 de noviembre al 3 de diciembre. De esta cita
gastronómica (van ya por las 11as Jornadas Gastronómicas) destaca el uso de
productos agrícolas locales, como miel autóctona, mermelada, frutos de bosque,
setas, embutidos, ternera andorrana… Yo probé el menú del Hotel de l’Isard, una institución en Andorra la Vella que ya va por
la tercera generación. El menú, que costaba 25 euros, era cuantioso y, sobre
todo, delicioso.
Ir de compras en Andorra
Andorra, por sus ventajas fiscales, resulta un reconocidísimo lugar para comprar: tabaco, alcohol, ropa, electrónica,… en sus tiendas y centros comerciales uno encuentra incluso más cosas que en las capitales de Europa.
Además, del 3 al 12 de noviembre se celebra el Andorra ShoppingFestival, un conjunto de actividades destinadas a dar a conocer las posibilidades de compras en Andorra que incluye animaciones en la calle (conciertos, fiestas infantiles, espectáculos,…). En las principales avenidas comerciales de Andorra la Vella y Escaldes-Engordany incluso se exhiben 7 obras artísticas en la calle, como botines, bolsos y relojes gigantes para recrear los principales iconos del mundo de la moda y del shopping.
Relajarse en Caldea
Andorra acoge el centro termal más grande de Europa, Caldea, un espacio con un diseño innovador y varias piscinas
que aprovechan las aguas sulfurosas y termales que brotan de la tierra a 70ºC.
De hecho hay más de 35 fuentes naturales termales en Andorra, por lo que ya
había tradición en el país desde hace siglos. El baño en Caldea no solo tiene
un componente lúdico, sino sobre todo terapéutica, ya que el agua termal tiene
efectos antiálgicos, cicatrizantes, descongestionantes y antialérgicos gracias
a su riqueza en minerales, sodio y azufre. Para aquellos que deseen una experiencia
aún más relajante, se ofrecen masajes, hammamm, baño islandés (de agua fría),
saunas, baño de aire caliente,… Al final lo que se asegura es que quien entra
en Caldea sale totalmente relajado y rejuvenecido.
Excursión al lago de Engolasters
Andorra es sinónimo de montañas y de valles por lo que
ninguna visita a Andorra sería completa si no se hace algún recorrido por los
bosques y montañas del país. Una de las excursiones más sencillas pero que
permiten ver el aspecto más salvaje de Andorra es la visita al lago de Engolasters. Se trata de un
lago de origen glaciar que fue represado y que está conectado con el sistema
hidroeléctrico de Andorra. Se puede aparcar justo al lado y un camino llano y
sencillo le da toda la vuelta y hay un par de sitios donde se puede comer en
sus alrededores, por lo que se trata de una de las excursiones más fáciles de
Andorra. Se sube al lago pasando por el pueblo de Engolasters, cuya iglesia, Sant Miquel d’Engolasters, es del siglo
XI y una de las mejores muestras del románico andorrano. En el lago hay truchas
(y algunos pescadores que prueban suerte con sus cañas) y una serie de juegos
de agua para entender mejor como se conduce y utiliza para la generación de
electricidad.
Si quedan fuerzas, lo mejor es seguir el llamado Camí de
les Fonts que sube hasta Coll Jovell: este camino sigue inicialmente una
conducción de agua, por lo que va llano, atraviesa un túnel peatonal y da
acceso a un balcón sobre un gran peñasco con vistas magníficas al pueblo de
Engolasters y a Escaldes-Engordany.
Después empieza a remontar ya con más pendiente por un
camino muy bien empedrado que pasa por el medio de un bosque y un par de
tarteras hasta llegar al Coll de Jovell, un cuello a 1.779 metros de altura.
Una mesa de picnic permite hacer una buena parada para comer antes de volver a
bajar hacia el lago, pero antes del regreso conviene acabar de subir hasta la
cima más cercana, a cincuenta metros. Desde aquí hay una vista magnífica del Valle de Madriu, uno de
los valles más vírgenes de Andorra y que ha sido declarado como Paisaje Cultural del Patrimonio Mundial por
la UNESCO.
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