10 feb 2016

NADIE QUIERE LA NOCHE y sus Goyas

NADIE QUIERE LA NOCHE: 9 NOMINACIONES Y 4 PREMIOS GOYA

El pasado sábado 6 de febrero se celebró la 30a cerimonia de entrega de los Premios Goya, en la que la Acamdemia del Cine española reconoce los mejores profesionales del sector. Este año una de las favoritas, con 9 nominaciones, fue la película Nadie Quiere la Noche, de la directora catalana Isabel Coixet.
Como fanático amante de la exploración polar y como conquistador del Polo Norte en mi VIAJE AL BLANCO, todo lo que haga referencia al Ártico, a sus gentes, sus historias y sus exploradores me atrae, y especialmente la figura de uno de los hombres que con más empeño persiguió el sueño de llegar hasta el mismo Polo Norte, el almirante Robert E. Peary.
Por ello tenía ganas de ver la película, porque hasta cierto punto trata del empeño de Peary en conquistar el Polo durante su última expedición. Actualmente se cree que Peary no llegó a alcanzar el punto y se quedó a unos cuantos kilómetros, pero después de veintitrés años y varias expediciones intentando llegar a él, se le suele otorgar ese mérito de haber llegado primero como premio de consolación.
La película, sin embargo, no trata de la vida de Peary, sino de la de su abnegada esposa, Josephine Diebitsch Peary, que desde su matrimonio con el explorador en 1888 tuvo que aceptar sus continuas expediciones lejos de su casa de Washington hasta que se cansó de esperar y le acompañó en algunas de sus expediciones.
La verdad es que conociendo la historia vi que el guionista había tomado partes de su biografía y las había recolocado adecuadamente para que le funcionara la película. Es decir, la película está basada en personajes reales e incluso en algunas situaciones reales, pero es una película y por lo tanto tiene unas cuantas (importantes) licencias artísticas y de historia para darle más emoción.
Josephine Peary fue considerada una de las primeras mujeres exploradoras del ártico, con viajes en el hielo que ninguna otra mujer no inuit no había realizado hasta entonces. Incluso la hija del matrimonio, Marie, nació en 1893 en el norte de Groenlandia (y hasta la prensa se hizo eco de esa noticia y la bautizó como The Snow Baby). Una de las licencias artísticas que se ha tomado la directora al retratar a la protagonista es sobre el vestuario. Justamente Clara Bilbao ha sido una de las premiadas con el Goya al Mejor Diseño de Vestuario por su trabajo en la película, y es que no solo los modelos que lleva Juliette Binoche (que interpreta a Josephine) son como los de la época, sino que las vestimentas de los nativos inuit son exactamente como los que llevaban al principio del siglo XX en el noroeste de Groenlandia.


Una película épica y de época

Al inicio de la película Josephine Peary aparece vestida con modelos aptos para pasear por la Quinta Avenida y sí que los llevaba en verano, cuando las temperaturas eran incluso elevadas (hay unas cuantas fotos en uno de sus libros, My Arctic Journal). Poco a poco el personaje de Josephine va adaptándose a las costumbres "esquimales", que aborrece al principio, para poder sobrevivir los largos cuatro meses de invierno, y al final acaba adoptando la vestimenta de piel tradicional de los inuit, algo que, ya en 1893, había hecho la Josephine Peary real. Hay una foto que, aunque sea hecha en estudio, demuestra que sí estaba habituada a llevar trajes de piel en invierno, como los inuit y como su marido, que supo entender enseguida que para llegar al Polo y sobrevivir en el hostil ártico era necesario vestirse, comer y moverse como los inuit. De hecho si Robert Peary se acercó al Polo fue gracias a estar acompañado por cuatro inuit conduciendo trineos de perros, además de su valeroso y abnegado amigo (y muy injustamente olvidado) Mathew Henson.
La película (¡tápense los oídos los que no quieran spoilers!) trata del encuentro en 1908 entre Josephine Peary y una chica inuit, Allaka, que resulta ser la amante de su marido que encima está embarazada de él, mientras ambas esperan a que regrese del Polo en un alejado refugio donde sólo están ellas dos.
En realidad, el encuentro que se describe sucedió en el año 1900, cuando Josephine Peary y su hija viajaron a bordo del Windward hacia el campamento de Peary en Fort Conger, en la isla de Ellesmere. Ahí Peary perdería unos cuantos dedos de los pies a causa de las congelaciones.
El barco en el que navegaba la Josephine real, su hija de siete años y su grupo se vio atrapado por el hielo y tuvieron que pasar el invierno en Payer Harbour, a 300 millas al sur de Fort Conger, en Ellesmere. Ahí fue donde Josephine conoció a Allaqasigwah, la amante inuit de Peary, que estaba entonces esperando a un bebé del explorador. La respuesta de Jospehine fue escribir una larga carta (26 páginas) que nunca llegó a enviar a su esposo. Pero algunos de sus fragmentos demuestran que se vio con Allaka y su otro hijo e incluso le ayudó a superar una enfermedad… A pesar de todo, Josephine Peary siguió apoyando en todo a su esposo, quien regresó a la primavera siguiente después de un cómodo invierno.
En la película, el encuentro entre las dos mujeres sucede en 1909, esperando el regreso del héroe del Polo Norte, en lo más lejano de la civilización, y en la que ellas tienen que sobrevivir al largo invierno oscuro (en el que "Nadie quiere la noche") en compañía una de otra, casi sin comida ni combustible. Para mostrar el gran alejamiento entre la mujer civilizada que representa Juliette Binoche en su papel de Josephine Peary y la salvaje esquimal Allaka interpretada por Rinko Kikuchi, se exageran las maneras de aristócrata de la exploradora americana hasta caer casi en lo extravagante (como sus vestidos insólitos). Al principio cada una vive en su mundo: Josephine habita una cabaña de madera, con su estufa de carbón y comiendo latas de conserva; Allaka lo hace en el iglú que hay fuera, comiendo carne de foca cruda y calentándose con grasa de animal. Queriendo mostrar como de alejados son sus dos mundos, la película cae un poco en la exageración (otra licencia artística), obviando, por ejemplo, que un iglú nunca serviría para pasar todo un invierno dentro de él…
A pesar de estas licencias artísticas, la película se merecía ganar más premios Goya sobretodo debido a lo complicado de su filmación, ya que las escenas de exteriores fueron rodadas durante diez días en Noruega, en medio de una tormenta de nieve, a treinta grados bajo cero. En estas condiciones los actores no interpretaban, sino que el dolor, el frío y la incomodidad eran reales. Casi se limitaban a sobrevivir.
Uno de los otros Premios Goya que se llevó la película fue al de mejor Maquillaje y Peluquería para Sylvie Imbert, Paco Rodríguez y Pablo Perona, especialmente por detalles como los tatuajes de los inuit, copiados de los registros fotográficos de la época. 


Asesoramiento inuit

Es precisamente en este fiel detalle de las costumbres y vestimentas de los inuit locales por lo que destaca felizmente Nadie quiere la noche. Y es que tras los realizadores, los constructores de los trineos, la diseñadora de vestuario, los maquilladores, los diálogos de los actores o incluso la forma de sentarse de Rinko Kikuchi hay la labor de un antropólogo especializado en el mundo inuit, Francesc Bailón, que ha asesorado la película dándole el carácter y autenticidad en el aspecto antropológico que les faltan a otras películas del género polar

En la película las mujeres van realmente desnudas de cintura arriba en el interior de las casas (con gran preocupación de la señora Peary), llevan tatuajes en la barbilla o en el cuerpo y suavizan las pieles con los dientes a mordidas, como se hacía hasta hace no muchos años… Atrás quedan, afortunadamente, aquellas películas en las que los esquimales se retrataban con todos sus tópicos, como esa singular “Los Dientes del Diablo” en la que un Anthony Quinn de ascendencia mexicano-irlandesa daba vida al esquimal Inuk y varios actores chinos y japoneses intrepretaban a los otros protagonistas inuit. En Nadie quiere la noche la mayoría de los inuit están interpretados por actores y actrices inuit (excepto la coprotagonista Allaka, que está interpretada por la japonesa Rinko Kikuchi, una excelente actriz que por imperativo de producción se había contratado para poder estar a la altura de Binoche).
La película retrata muy bien las condiciones extremas del ártico y las complicaciones inherentes a una expedición polar, además de que los paisajes son espléndidos y la sensación de frío es constante.


Los exploradores olvidados

Y me gustó especialmente un detalle final, y es que el tan mencionado Peary nunca aparece. Sí lo hace un explorador, interpretado por Gabriel Byrne, que es el puente entre el mundo esquimal y el civilizado, pero que tiene un papel demasiado corto en una película en la que las protagonistas son las mujeres. El que también aparece muy brevemente al final es Matthew Henson, el primer explorador polar afroamericano y que el mismo Peary intentó apartar del éxito que consiguió gracias al esfuerzo de este grande explorador casi olvidado... 
Así que sirva la película como homenaje a Matthew Henson y a Josephine Peary, y a todos los exploradores olvidados sin los cuales muchos de los éxitos y descubrimientos de algunos hombres no hubieran sido posibles. 
El jurado de la Academia premió al final con 4 Goyas (también a la Música Original y a la Dirección de Producción) a la película Nadie quiere la noche. Le toca ahora al espectador preguntarse si, después de ver la película, sí que hay alguien que la quiera...

8 feb 2016

TOP TEN GUADALAJARA MEXICO

EL TOP TEN PARA VISITAR GUADALAJARA

Guadalajara en un llano, México en una laguna… así cantaba el gran Jorge Negretela canción “Me he de comer esa tuna”. Por supuesto, se refería no a la Guadalajara española, sino a su homónima mexicana, la capital de Jalisco. Pero Guadalajara, que en realidad se encuentra no en un llano sino en un ancho valle (el de Atemajac) es mucho más que una aparición de canción.
La capital del Estado de Jalisco lo es también del Mariachi, ya que fue aquí donde nació esta formación musical, y del charro, el cowboy mexicano de noble estampa.
Guadalajara nació el 14 de febrero de 1542, nombrada así por su fundador Cristóbal de Oñate, que la nombró así por Nuño Beltrán de Guzmán, que había nacido en la ciudad española del mismo nombre, y hoy en día es la segunda ciudad del país, con más de 4,5 millones de habitantes. Es una ciudad grande y diversa, por lo que se necesitará por lo menos un par de días para conocerla superficialmente.
Lo que no tenemos que dejar de hacer es:

1. Contemplar las vistas de la Plaza de Armas

Aquí era donde los vecinos se reunían, delante de la catedral, para armarse y protegerse frente a los ataques indígenas. Por ello la plaza mantiene este nombre, aunque su título correcto es el de Plaza de la Constitución. En su centro se encuentra un quiosco de acero fundido estilo Art Nouveau donde tomar la sombra y contemplar la fachada del Sagrario Metropolitano, de 1843, y se observa también la cúspide de las torres de la Catedral.

2. Recorrer las calles de Guadalajara en un tranvía

O almenos en algo parecido, como los autos de Visitando Jalisco, una empresa que realiza tours guiados por la ciudad a bordo de autobuses modificados para parecer tranvías de época. La forma más descansada de visitar la ciudad.

3. Desayunar una Torta Ahogada

Es el plato típico tapatío (nacido en la ciudad de Guadalajara), y consiste en un pan llamado birote, de corteza crujiente, partido por la mitad y relleno de carnitas al estilo Jalisco, al que se añade una cuantiosa cantidad de salsa de jitomate en la que se baña. Por encima se le puede añadir cebolla y limón. Normalmente la salsa pica un poco, así que hay que vigilar. ¡Y buen provecho!
Las mejores, en Tacos Paza.

4. Hacerse fotos con famosos en el Museo de Cera y dejarse fascinar por el Museo Ripley

Políticos, cantantes de rock, actores, pintores y escritores, deportistas y hasta personajes de cómic tienen sus representaciones a tamaño real en el Museo de Cera de Guadalajara. Aprovecha para hacerte una foto con el que quieras o, si tienes buena voz, intenta hacer un dueto con Jorge Negrete cantando “Guadalajara en un llano, México en una laguna…”. Hay más de 160 figuras y doce salas distintas para escoger.
Justo al lado del Museo de Cera se encuentra el Museo Ripley, un conjunto increíble de objetos extraños y poco comunes recogidos por todo el mundo por Robert L. Ripley, un coleccionista de lo extraordinario. Desde una reproducción a tamaño real del hombre más alto del mundo a una cabeza reducida por los jíbaros, pasando por una obra de arte china hecha con hueso de camello, el Museo Ripley es un rincón fascinante donde, “Aunque usted no lo crea…” todo es real.

5. Visitar el Teatro Degollado

La joya cultural de la ciudad es el Teatro Santos Degollado, un edificio neoclásico estrenado en 1866 con Lucía de Lammermoor de Donizetti, y que domina todo el centro de la ciudad. En el se realizan conciertos, obras de teatro y todo tipo de actos de la vida cultural tapatía, por lo que es posiblemente una de las enseñas culturales de México.   

6. Dejarse enlustrar los zapatos

Los boleros de México son una institución en todo México. En un país con mucho polvo y elegancia estos limpiabotas son imprescindibles para que tanto hombres como mujeres lleven los zapatos siempre perfectamente limpios y brillantes. Por unos módicos 20 pesos (un euro), el limpiabotas aplicará varios productos en nuestros zapatos o botas y les sacará brillo para dejarlos como recién salidos de fábrica. Además, son una fuente perfecta de cotilleos y chismes, por lo que en diez minutos sabremos todo lo que hay que saber de la ciudad.   

7. Refrescarse en la Fuente de los Niños Miones

Si en Bruselas existe el Menneken Pis, en Guadalajara su versión son los Niños Miones, una fuente escultórica en el medio de la Plaza Tapatía en la que cuatro niños juegan con el agua. Fueron esculpidos por Miguel Miramontes y desde 1982 son una de las atracciones más refrescantes de Guadalajara.

8. Visitar el Mercado de San Juan de Dios

Con centenares de tiendas de artesanías, dulces y artículos de charrería, el Mercado de San Juan de Dios es el sitio por excelencia donde curiosear, regatear y eventualmente comprar algún recuerdo para llevarse a casa.

9. Almorzar en una casa colonial

Situada junto a la fuente de los Niños Miones, el Restaurante La Rinconada es el típico ejemplo de una casa señorial reconvertida. La casa es de 1897 y perteneció a una familia española antes de la revolución mexicana. La hacienda era mucho más grande, pero el gobierno revolucionario se la hizo propia, usó los dormitorios para los soldados, el patio como establo y la sala como cantina. Con el tiempo, se acabó recuperando todo su esplendor colonial y actualmente es un elegante restaurante donde encontrar lo más típico de la región, desde los tacos de peinecillo (un tipo de corte de carne de ternera) hasta la jericalla, un postre tradicional que se encuentra en el término medio entre un flan y un pastel de queso.  

10. Escuchar música en el Parián de Tlaquepaque

Como capital del Mariachi y de los charros sería un pecado visitar Guadalajara y no terminar con un concierto de mariachis. Todos los días se organiza uno en El Parián de Tlaquepaque, al sureste de la ciudad. Se trata de un recinto con varios restaurantes en las que todas las mesas dan hacia el centro del patio, donde bajo una plazoleta primero se realiza una exhibición de varios tipos de danza y después un concierto de mariachis para amenizar la cena.  

Puedes escuchar las curiosidades de Guadalajara  en el programa que le dedicamos en en Radio Asturias, en el programa La Buena Tarde.

7 feb 2016

FEROE a APUNTS DE VIATGE de NEWSCAT TV

En el quart episodi del programa APUNTS DE VIATGE de NEWSCAT TV marxem al mig del Mar del Nord, entre Noruega, Escòcia i Islàndia, per a visitar l'arxipèlag de les Illes Feroe, unes remotes illes habitades per descendents del víkings i per milers d'ovelles. Descobrirem la seva història, la seva llengua i la seva cultura, i ens deixarem fascinar pels seus paisatges esquerps i agrestes però d'una bellesa fascinant.
Segueix al reporter, escriptor i fotògraf de viatges Jordi Canal-Soler en aquest viatge espectacular a un dels indrets més remots del nostre Planeta. 

Deixa't transportar fins als racons més llunyans del nostre planeta amb els APUNTS DE VIATGE de Jordi Canal-Soler.

4 feb 2016

ACUARELAS DE VIAJE de MIGUEL ELIAS

Siempre es un placer cuando un lector que ha leído uno de tus textos te escribe para decirte que le ha gustado mucho. Pero cuando te dice que lo ha leído con pasión y que le ha inspirado para realizar a su turno una obra artística, el placer se convierte en orgullo y satisfacción. 
Y eso es lo que me pasó con uno de mis textos. Escribí EGIPTO, BAJO EL PESO DE LA HISTORIA, como un relato del viaje que realicé durante diez días por el Desierto de Libia y el Nilo, y ahora Miguel Elias, pintor y profesor de dibujo en la Universidad de Salamanca, se ha inspirado en él para trazar unos dibujos en acuarela.
Unas preciosas ilustraciones que pueden transportarte a ese país mítico tan efectivamente como un avión. ¡Gracias Miguel!

"Algunas familias beduinas aprovecharon ese influjo del turismo para convertirse en guías y cambiar los dromedarios por toyotas todoterreno con los que llevar a los visitantes a descubrir los encantos del desierto. Conocimos a una de esas familias en el campo beduino de Badr Mohammed Abdel-Wehab, un grueso beduino de ojos verdes y tez rubicunda que inició el turismo en Bahariya. Su hijo Islam y un compañero, Salah, nos hicieron de guías por los entornos del oasis"

"Un té con menta. Una pipa de agua con tabaco sabor manzana. Una silla cómoda junto al bazar. En el relativo frescor del atardecer y con un aire perfumado de cardamomo, clavo y comino de las tiendas de especias, Ahmed miraba pasar tranquilamente a la gente atareada: a los pocos turistas que buscaban baratijas entre las tiendas de la calle y a los comerciantes que los intentaban atraer a sus puestos, a las mujeres cubiertas con su hijab comprando la cena y a los hombres con galibaya que circulaban por las estrechas callejuelas del bazar. Dio un sorbo al té sujetando el vaso con sus largos dedos y aspiró del narguile un bocanada de humo frío. Destacaba entre la gente del bazar. No sólo por ser nubio, con su cara alargada de gruesos labios y tez oscura, sino también por la ropa occidental que vestía. Era joven, pero se notaba que había vivido mucho.
–Hace dos años este bazar estaba lleno a rebosar –nos comentó con un suspiro de nostalgia. Ahmed era guía de turismo y era uno de los que más había notado la reducción de visitantes a Egipto desde la revolución de la Plaza Tahrir–. Supongo que tarde o temprano volverán a llenar los museos, los templos y las calles, pero mientras tanto, las cosas serán difíciles para los egipcios…
En el bazar de Luxor, esa noche de abril, el ambiente se notaba tranquilo y los turistas o viajeros que años antes vaciaban sus bolsillos en las tiendas del mercado ahora escaseaban y los vendedores trataban por todos los medios de atraer a aquellos pocos que nos aventurábamos en el país.
Regresamos al hotel. Habíamos llegado a Luxor provenientes del desierto, cansados por el largo viaje y sucios y llenos del polvo con el que el Kamsin, el viento seco y cálido del desierto, había llenado el interior de la furgoneta en la que viajábamos. En la ducha de agua tibia del hotel ese polvo ocre de las estribaciones del Sahara que recubría nuestra piel y cabello fue colándose por el agujero de la bañera para reunirse finalmente con las aguas del Nilo...."

"El templo de Karnak, en realidad un complejo religioso inmenso de santuarios, obeliscos, templos y hasta un lago, es el recinto religioso más grande del mundo en toda su historia. Sólo la sala hipóstila con sus 134 inmensas columnas podría albergar en su interior las más grandes catedrales del mundo. Los egipcios se sienten orgullosísimos de su pasado faraónico:
–Es lo único a lo que actualmente nos podemos aferrar –nos explicó Mina, la guía que nos acompañó durante nuestra visita al recinto de Karnak..."


2 feb 2016

LA CANDELARIA y el DIA DE LA MARMOTA

¿Alguien no ha visto aún la película Atrapado en el tiempo? Es esa en la que Bill Murray interpreta a un hombre del tiempo de televisión que se queda atrapado en un bucle infinito temporal en el que despierta cada mañana para encontrarse dentro del mismo día: el 2 de febrero. Hoy.
Y es que para la tradición de Estados Unidos y Canadá hoy es el famoso Día de la Marmota (Groundhog Day), el día en que en varias poblaciones de los dos países se interpreta el tiempo meteorológico venidero en función del comportamiento de un animal, la marmota (Marmota monax). Si la marmota sale de su escondite, significa que el invierno será corto. Si se queda en su madriguera, el invierno será aún crudo y largo. La marmota más famosa de todas es Phil, el animal que dicta sentencia climática desde el pequeño pueblo de Punxsutawney, en Estados Unidos. Su versión más conocida en Canadá es Wiarton Willie.
A pesar de ser una tradición que se remonta a 1887, cuando unos cuantos granjeros locales iniciaron el ritual, el método no tiene ningún fundamento científico, y varios estudios le dan entre un 37 y un 39% de probabilidad de acierto, cosa que significa que casi es mejor preguntar lo que opina el vecino. En los países anglosajones la tradición viene influenciada por el Imbolc, una celebración celta la cual también servía para hacer pronósticos meteorológicos a partir de la observación de si las serpientes o los tejones salían de sus madrigueras.

En el área de influencia de la iglesia católica, el 2 de febrero también es un día de cambio de tendencia, cuando se celebra la Candelaria. Es cuando se cumplen 40 días de la celebración de Navidad y cuando tradicionalmente se desmonta el pesebre y se quita la decoración navideña, marcando el final del período navideño. A medio camino entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, es también el punto de inflexión para superar el rigor del invierno y empezar a adentrarse hacia la primavera.
En Cataluña las condiciones del propio día sirven para pronosticar la meteorología de los próximos días, y hay un dicho popular que dice:
Si la Candelera plora, l’hivern és fora;
Si la Candelera riu, el fred és viu.
Y que lo interpreta como que si el día de la Candelaria llueve, la primavera tardará menos en llegar, que es casi igual al dicho popular inglés:
If Candlemas be fair and bright,
Winter has another flight.
If Candlemas brings clouds and rain,
Winter will not come again.
En la celebración cristiana, la Candelaria conmemora la presentación de Jesús en el Templo (un acto que siempre involucraba el uso de candelas de cera) y la purificación de María, una de las fiestas marianas más antiguas, instituida ya en el 496 d.C. por el Papa Gelasio.
Pero en realidad los romanos ya celebraban una fiesta parecida, la Parentalia, en la que  iban en procesión y vestidos de negro hasta el cementerio, vela en mano, para guiar las almas de los difuntos, y por tanto ya era una celebración que involucraba la luz de las velas como un significado de vida y del sol. Es por ello que a la Fiesta de la Candelaria también se la conoce como la Fiesta de la Luz.
Cuando el cristianismo llegó a América, se sincretizó su significado con las fiestas locales, especialmente en México, donde se celebra como finalización del Día de Reyes. El 6 de enero tradicionalmente se come el Roscón de Reyes, un pan dulce que suele tener pequeñas figuras del Niño Jesús escondidas entre su masa. Es tradición que a quienes les toca el Niño en su trozo de rosca se juntan por la Candelaria para invitar al resto de comensales a una tamaliza, una comida que consiste especialmente en tamales y atole, ambos productos de maíz.
La tradición tiene raíces prehispánicas, puesto que el 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del antiguo calendario azteca, cuando se hacían ofrendas al dios Tlaloc (el de la lluvia) y a sus ayudantes, los Tlaloques, para pedirles unas buenas cosechas. Aún hoy en día en muchas iglesias de México los campesinos traen para la Candelaria algunas mazorcas para que sean bendecidas, ya que no se tardará en empezar de nuevo el ciclo anual de plantación/recolección.  
Dependiendo de la región de México, la festividad se acompaña con fuegos artificiales, bailes populares, procesiones, ferias, música de banda, decoraciones florales o, como en La Candelaria de Coyoacán, en el DF, la elaboración de unos tapetes de aserrín pintado en el suelo, que se remontan a épocas prehispánicas.  Y se suele acompañar con una típica atolada en la que se sirve atole de pinole, una bebida caliente a base de maíz molido y que ayuda a calentarse en esta época en la que el frío aún impera.

Así que ya sea en Estados Unidos, en Canadá, en México o en Cataluña, esperemos que las marmotas salgan sonrientes o que el día sea lluvioso. Así el invierno tendrá su fin cerca y se irá acercando, cada vez más rápida, la primavera…


Puedes escuchar las curiosidades del dia de la Candelaria en el programa que le dedicamos en en Radio Asturias, en el programa La Buena Tarde.
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