18 jun 2015

10 PERSONAJES A VER EN LA PLAZA JAMAA EL FNA DE MARRAKECH

Si hay una ciudad que represente Marruecos, ésta es sin duda Marrakech. Por algo será que el mismo nombre del país deriva del de ésta vieja ciudad imperial. La etimología de su nombre original bereber (Tamurt n Akkuc) nos indica ya que estamos delante de algo especial: la Tierra de Dios. Los propios marroquíes se refieren a su ciudad más conocida como la Ciudad Rosa, por el color de sus murallas y gran parte de sus edificios, construidos con ladrillo. 
El zoco (suq) de Marrakech es el más grande de todo Marruecos y uno de los más grandes de África. A lo largo de centenares de callejones se suceden los puestos y tenderetes con multitud de mercancías. Aquí se palpa el genio negociador de los marroquíes a la hora de vender.
Pero si hay un sitio en Marrakech donde se pueda distinguir mejor la vida de sus habitantes es sin duda alguna el corazón mismo de la ciudad, la plaza Jamaa El Fna. Aquí se reúne gran parte de la población local y los turistas durante buena parte del día, y una serie de personajes y negocios que viven de éstos curiosos se vuelcan a la vida de la plaza diariamente.

Descubrimos aquí aquéllos que no puedes dejar de ver en tu próxima visita:

1) EL AGUADOR
Familiar en todas las ciudades de Marruecos, el aguador ancestral marroquí (guerrab), que subministraba agua a los sedientos tenderos del zoco o a los transeúntes de las plazas, ha dejado ya de tener la función social que tenía anteriormente. En un mundo abundante en agua embotellada los aguadores de Marruecos hace tiempo ya que viven más de las propinas de sus fotografías que del agua que venden. Con sus atuendos folclóricos, su gran sombrero de flequillos, su cinta llena de tazas de latón y el gran odre de piel de cabra con agua fresca, son tan fotogénicos que casi se ganan mejor la vida ahora que antes. 

2) LOS GNAUAS
Ataviados con largas túnicas de colores brillantes y tocados con un sombrero tubular decorado con conchas y una borla al extremo de un largo cordel, los gnauas bailan al son de la música danzas frenéticas que recuerdan sus orígenes sudsaharianos. Su nombre deriva de Guinea, ya que los primeros miembros de esta cofradía musical fueron esclavos procedentes de las regiones del sur. Con sus músicas de tambores y crótalos metálicos (qraqebs) son una de las atracciones más interesantes de la plaza cuando empiezan a tocar a partir de las cuatro de la tarde. Hay que estar preparado para pagar una buena propina, ya que de su grupo de ocho o diez integrantes siempre hay un par que persigue por unas monedas al osado turista que les saque una foto.

3) EL DENTISTA
Sin ningún tipo de formación médica, el dentista se ofrece, con un par de tenazas, para arrancar muelas y dientes a aquél que lo necesite. En una pequeña mesa de un rincón de la plaza los dentistas exhiben sus últimos logros: varios dientes arrancados cuyos propietarios se fueron con un vacío entre sus muelas. Advertimos que no se aplica anestesia, por lo que se recomienda al turista con dolor de muelas que espere a regresar a su país para tratarlo.

4) EL VENDEDOR DE ZUMO NATURAL
Durante todo el día se ofrece en medio de la plaza, en una serie de carros bien surtidos, jugos de frutas recién exprimidas. El más común es el jugo de naranja (a sólo 4 dírhams el vaso), pero hay otras opciones más amargas como el pomelo o más ácidas como el limón.

5) EL VENDEDOR DE CARACOLES
Cuando se acerca la tarde y el estómago empieza a pedir un aperitivo para aguantar hasta la hora de la cena, lo mejor que se puede hacer es sentarse un momento delante de uno de los carros que ofrecen una delicia local: caracoles en su caldo. Sin más aderezo que unas cuantas hierbas, los caracoles están deliciosos para prepararnos para la cena, y tenemos dos modalidades para escoger (un bol de caracoles con caldo por 10 Dh o solo el caldo por 5).

6) EL VENDEDOR DE PASTEL Y TE
Si lo que nos apetece es algo más dulce, unos metros más allá encontraremos unas paraditas con grandes pasteles densos y compactos hechos con multitud de especies. Más de veinte ingredientes conforman también las infusiones que se ofrecen conjuntamente y que, tomadas con abundante azúcar, tienen la propiedad de calentarnos si tenemos frío o refrescarnos si tenemos calor.

7) LAS TATUADORAS DE HENNA
Varias mujeres ofrecen por la plaza tapadas con pañuelos y velos bajo grandes parasoles, su arte tatuador. Ofrecen su oficio sobre todo a las mujeres: filigranas y complicadas decoraciones manuales realizadas con henna, un colorante extraído de las hojas y pecíolos de una planta. Hay que dejar durante un tiempo el producto aplicado y después el “tatuaje” durará unas dos semanas antes de irse borrando poco a poco. Su uso es más frecuente en las grandes celebraciones, como por ejemplo las bodas, en las que tanto las manos como los pies de la novia son profusamente decoradas.

8) LOS ESCRIBIENTES
Para aquéllos marroquíes que no sabe escribir pero que desean mandar una carta a unos familiares lejanos o responder algún requerimiento oficial por escrito, en un rincón de la plaza se suceden varios puestecitos en los que sencillos amanuenses sentados en el suelo y con una madera a modo de escritorio, se encargan de transcribir en caracteres árabes lo que dicte el cliente. Cuando la noche se apodera de la plaza los escribas pueden seguir redactando sus notas, puesto que muchos de ellos se traen luces de gas a la plaza.

9) LOS HERBOLARIOS
Especias como canela y cardamomo, productos como mirra e incienso, objetos como cepillos de dientes naturales y pulseras para la suerte o curiosidades como el tinte de kohl para pintarse los ojos o incluso algún camaleón son las mercancías que ofrecen varios herbolarios y chamanes tuareg a ras de suelo. Uno casi puede perderse entre tanta variedad y es difícil imaginarse para qué ritos o curas puedan servir algunas de las cosas que aquí se venden. En caso de duda, mejor no ingerir…

10) LOS COCINEROS
Casi cien paradas de comida se levantan a partir de las cuatro de la tarde cada día en la plaza de Jamaa El Fna. Las estructuras metálicas y telas de sus carpas llenan en pocos minutos una considerable extensión de la plaza, y cuando el sol empieza a ponerse los bancos y mesas ya están servidos y de los fogones de carbón de cada puesto empieza a salir un denso humo que se eleva más alto que la punta de los minaretes próximos. Los pequeños restaurantes de la plaza son el verdadero corazón que palpita hasta pasada la medianoche.

Aún hay más personajes y curiosidades que hacen de una visita a la plaza Jamaa El Fna de Marrakech una ocasión única para observar la vida marroquí. Pero éstos y éstas, deberás descubrirlos tú.

Si estás pensando en viajar a Marruecos, ¡no te olvides de pasar por Marrakech!

Si estás interesado en conocer un poco más sobre Marruecos, quizá también te interesen estos otros posts de mi blog:


Si te gusta la radio quizá quieras escuchar este programa especial sobre Marrakech que grabamos en el programa LA BUENA TARDE de RPA: LA_MALETA_LA_BUENA_TARDE_-_RTPA_-_MARRAKECH.mp3

14 jun 2015

Art Mochica de l'antic Perú

Fa tot just una setmana s’acabava una de les últimes exposicions més interessants al Caixafòrum de Barcelona, L’ART MOCHICA DE L’ANTIC PERÚ. Or, Mites i Rituals.
L’exposició feia un viatge per la cultura Mochica, una de les més importants que habitaren en l’àrea actual de Perú i que, com moltes d’altres, han estat desbancades pel que fa a la rellevància històrica, pels més coneguts Inques. La singularitat de la cultura Mochica, però, fa que sigui convenient una exposició com l’actul, centrada únicament en aquest poble que va viure a la costa nord de Perú entre el segle I i VIII d.C.
L’exposició la conformen unes dues-centes obres provinents del Museu Larco de Lima, a Perú.
Atuells de ceràmica, joies d’or sòlid, decoracions de cloïssa, tèxtils encara acolorits, tocats i capes de plomes i altres objectes rituals de fusta, pedra o ossos mostren la facilitat tècnica amb què els mochica treballaven tots aquests materials i la sorprenent capacitat artesanal per a convertir aquests objectes en art.
Les peces s’agrupen en diverses temàtiques que van des de la concepció cosmogònica del seu món, els ritus cerimonials, el conreu de la terra i fins i tot la seva vida sexual.
A través dels objectes de l’exposició, o ara que s’ha acabat a través de la pàgina web del Museu Larco, podem conèixer molt millor la varietat de pobles que habitaren els andes precolombins i que ajudaren, finalment, a generar la cultura inca.

Huaco mochica, cap de personatge masculí. Eren membres de l'elit governant. La lligadura amb ocell mostra la seva posició social.

Ampolla de ceràmica que representa un home felí transformat en jaguar

Recipient cerimonial que representa un puma assegut (Salinar, 500 a.C. - 300 d.C.) 

Copa escultòrica tallada en forma de felí i carbassa vinera (Lagenaria siceraria) pirogravada amb escena mitològica. Chimú, 1100 -1470 d.C.

Aríbal per a guardar la chicha, la beguda de blat de moro fermentat amb la que celebraven la fertilitat de la terra i la possibilitat de regeneració de la vida en aquest món.

Timbal xaman nazca. A les galtes hi té dues estrelles de set puntes que representen el cactus de San Pedro (Echinopsis pachanoi), un al·lucinogen consumit pels xamans de l'antic Perú per poder transformar-se i viatjar pels diferents mons. De la boca i el nas en surten serps. Amb els timbals els antics pobladors de Nazca creaven sons semblants als batecs del cor. 


Orca d'estil nazca (100-600 d.C.) amb un ganivet a la mà. Al cos s'hi poden veure diferents caps decapitats. La balena mítica representa conceptes vinculats a la sang, la mort i la fertilitat. És un dels déus decapitadors típics de l'antic Perú.

Heroi Ai Apaec després d'haver vençut el cranc marí i haver-ne pres la forma.

Pectoral de closca d'Spondylus, que duia l'elit mochica als enterraments.


15 may 2015

LA EXPEDICION FRANKLIN en HISTORIA National Geographic

Este mes de mayo se publica en la revista HISTORIA National Geographic mi reportaje
"La expedición perdida de Franklin en el Ártico", donde explico el resultado de la desastrosa expedición liderada por Sir John Franklin mientras buscaba el Paso del Noroeste, en la que naufragaron sus dos barcos, el Erebus y el Terror y en la que perecieron de hambre y frío sus 129 tripulantes.

La expedición perdida de Franklin en el Ártico

Podéis leer el artículo completo aquí.

4 may 2015

Humboldt, el naturalista que redescubrió América

Alexander von Humboldt está considerado por algunos como el último científico universal. Los viajes de exploración y los estudios científicos del naturalista alemán fueron tan extensos y de tanto alcance que hoy llevan su nombre multitud de accidentes geográficos, como la corriente fría que recorre la costa de Perú, ríos, bahías, cataratas, parques naturales... incluso un cráter en la luna, además de numerosas especies de plantas y animales.
Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander von Humboldt nació en 1769 en el castillo de Tegel, cerca de Berlín, en el seno de una aristocrática familia prusiana. Fue educado por tutores que despertaron en él la pasión por las ciencias naturales y los viajes. Tras la muerte de su padre estudió leyes en la Universidad de Göttingen, como deseaba su madre, pero ello no le impidió acudir a las clases de ciencias naturales de Georg Forster, que había sido dibujante botánico en la segunda expedición del capitán James Cook.
En 1797, tras la muerte de su madre, Humboldt renunció a su prometedora carrera de funcionario en el Departamento de Minas de Prusia y marchó a París, donde hizo amistad con Aimé Bonpland, un botánico con sus mismas inquietudes. Los dos decidieron perseguir juntos su sueño de embarcarse en una expedición. Tras varios intentos frustrados –entre ellos formar parte de la expedición de Napoleón a Egipto– recorrieron a pie la costa del Mediterráneo desde Marsella hasta Barcelona, Valencia y Alicante. Cuando llegaron a Madrid habían elaborado el primer esquema seccional preciso del relieve de la península Ibérica, gracias a las medidas de altitud que fueron tomando durante el camino.

Rumbo al Nuevo Mundo

En Madrid, Humboldt y Bonpland conocieron a Mariano Luis de Urquijo, secretario de Estado del rey, quien los tomó bajo su protección. Gracias a su mediación, en marzo de 1799 fueron presentados a Carlos IV y obtuvieron salvoconductos para explorar las provincias americanas bajo dominio español. Así, cambiaron su soñado viaje a Oriente por la exótica geografía americana: Nueva España (el actual México y Centroamérica), Nueva Granada (las actuales Colombia y Venezuela) y Perú. Humboldt se pagó el viaje de su propio bolsillo, y el 5 de junio de 1799 los dos hombres embarcaron en La Coruña en la corbeta Pizarro, con varias maletas y 42 caros instrumentos científicos. El barco, con rumbo a Venezuela, hizo escala en Tenerife, donde los naturalistas ascendieron hasta la cima del Teide.
Tras un viaje tranquilo, el 16 de julio desembarcaron en Cumaná, en Venezuela, donde quedaron fascinados por la selva tropical. Durante los tres primeros días «corríamos como locos de aquí para allá, sin poder hacer claras observaciones porque al coger algún ejemplar raro lo dejábamos cuando veíamos que a su lado había otro todavía más curioso», escribió a su hermano Wilhelm, célebre filólogo. Como Goethe, Humboldt adoraba la naturaleza y consideraba que la ciencia tenía que servir a la filosofía: «La Naturaleza para mí no son sólo fenómenos objetivos, sino un espejo del espíritu del hombre».
Humboldt y Bonpland remontaron el Orinoco hasta San Fernando de Atabapo, sorteando rápidos y cargando con la canoa a cuestas. Después de largas jornadas, atormentados por el hambre y los mosquitos y atentos a los jaguares que les acechaban, lograron llegar al río Negro, uno de los afluentes del Amazonas. Habían sido los primeros en navegar por el mítico Casiquiare, un canal natural de trescientos kilómetros de largo que une los sistemas fluviales del Orinoco y el Amazonas y que algunos consideraban una leyenda.
De camino a Angostura, Humboldt realizó algunos peligrosos experimentos, como la pesca de varias anguilas eléctricas (Gymnotus electricus) para estudiar la electricidad producida por estos peces. Los indios los capturaban introduciendo caballos en el agua: con un arpón, atrapaban a las anguilas cuando ya habían descargado su  electricidad en los cuadrúpedos. Imprudentemente, Humboldt puso los pies sobre un gimnoto recién sacado del agua: «Durante todo el día tuve fuertes dolores en las rodillas y en casi todas las articulaciones», escribió en su diario. En un poblado indígena, Humboldt probó el curare, veneno usado por los indios para cazar («amargo», escribiría después).

A través de un continente

A su regreso a la costa caribeña, Humboldt y Bonpland embarcaron hasta Cuba y regresaron al continente por Cartagena, en la actual Colombia, donde se desviaron a propósito para pasar por Santa Fe de Bogotá y conocer al botánico español José Celestino Mutis. Al llegar, Bonpland tuvo un ataque de fiebre y los dos compañeros tuvieron que descansar seis semanas en casa de Mutis, tiempo que Humboldt aprovechó para, según sus propias palabras, «utilizar el excelente tesoro de libros de Mutis y calcular observaciones astronómicas, trazar líneas meridianas, determinar la desviación magnética, estudiar ictiología y abarcar una cantidad de cosas en las cuales no era posible pensar hasta entonces».
Remontando el río Magdalena atravesaron la cordillera Real para llegar a Quito, en Ecuador. Durante su periplo subieron al volcán Pichincha e intentaron escalar el Chimborazo, que con sus 6.310 metros de altitud se consideraba entonces la montaña más alta del mundo. Se quedaron en 5.610 metros, la máxima altitud conseguida hasta entonces. Humboldt observó la gradación de la temperatura y la estratificación de la vegetación a lo largo de la ladera, lo que sentaría las bases de la biogeografía moderna.
En Perú, Humboldt estudió la aplicación de los excrementos de las aves, el guano, como fertilizante, y durante el trayecto en barco hasta México midió la temperatura del agua de la corriente fría que fluía a lo largo de la costa peruana y que ahora lleva su nombre. Humboldt y Bonpland recorrieron México en 1803 para pasar después de nuevo por Cuba y llegar a  Estados Unidos, donde se alojaron en la Casa Blanca como invitados de honor del presidente Jefferson, gran amante de las ciencias naturales.
Tras cinco años y más de diez mil kilómetros, el gran viaje de exploración de Humboldt y Bonpland acabó en 1804 con su regreso a París, donde tuvieron una recepción entusiasta. Habían explorado y documentado la fauna, flora, geografía y etnografía latinoamericanas en la expedición científica más ambiciosa realizada hasta entonces.

El trabajo de una vida

Entre 1804 y 1827, Humboldt vivió en París recopilando el material recogido en su expedición, publicado en treinta y tres volúmenes que llevan por título Viaje a las regiones equinocciales del nuevo Continente. Bonpland volvió a América, donde contrajo matrimonio, pero Humboldt, absorbido por su trabajo, nunca se casó. Algunas fuentes afirman que era homosexual, algo que parecería confirmar su estrecha amistad con Carlos de Montúfar, héroe de la independencia de Ecuador que les acompañó en su viaje desde Quito hasta París.
En 1827, Humboldt se trasladó a Berlín para trabajar para el rey de Prusia, e inició la redacción de su obra más ambiciosa, Cosmos, un compendio de todas las ciencias naturales conocidas hasta entonces. Varias misiones a Francia y el trabajo en la corte de Federico Guillermo IV de Prusia le impidieron terminar la obra. Cuando murió en 1859, a los ochenta y nueve años, sólo se habían publicado cinco de los libros que tenían que formar la extensa colección Cosmos. Su obra más esperada quedó, así, inconclusa. A partir de su muerte, ya nadie pretendió abarcar todos los campos del saber; la ciencia se especializó. Y tal vez por ello también, Humboldt fue, probablemente, el último científico universal.

Para saber más

La aventura métrica de Alexander von Humboldt. M. Ruiz Morales. U. de Granada, 2013.
Cosmos: ensayo de una descripción física del mundo. Humboldt. La Catarata, Madrid, 2011.

El presente artículo se publicó por primera vez en la revista HISTORIA NATIONAL GEOGRAPHIC 132, de Diciembre 2014. Escrito por Jordi Canal-Soler.

3 may 2015

Els Jardins de Cap Roig

Ara que ja som a la primavera i les flors comencen a sortir, és el moment ideal per a conèixer un dels jardins botànics més bonics de Catalunya, els Jardins de Cap Roig. Situats davant de Cap Roig, entre Palafrugell i Mont-Ras, no només ofereixen al visitant la possibilitat de contemplar la bellesa de la costa retallada de la Costa Brava i admirar la riquesa i diversitat de les més de 500 espècies que s’hi presenten, sinó que a més permeten passejar-se entre una dotzena d’escultures.
I tot això gràcies a la donació d’un matrimoni russo-britànic que el va llegar a Catalunya.
Nicolai Woevodsky i la seva esposa Dorothy Webster, l’un militar tsarista i l’altra aristòcrata britànica d’origen irlandès. Vivien a Londres quan el primer marit de Webster es va veure immers en un escàndol anterior al casament amb Almina, la millor amiga de Dorothy i vídua de Lord Carnarvon, el descobridor de la tomba de Tutankhamon.
Per tal de sortir del clima fred de Londres, la parella va recórrer el mediterrani buscant un lloc tranquil on establir-se i ho van acabar fent a Cap Roig, davant les illes Formigues. Aquí hi van construir el 1927 no només el que seria la seva residència, el famós castell (construït amb pedra extreta d’una pedrera local) sinó que dedicarien gran part del seu temps i la seva fortuna a crear un dels millors Jardins Botànics de la mediterrània.
A la mort del matrimoni, els terrenys i edificacions van ser comprats per Caixa Girona i en quedar absorbida per La Caixa ara formen part de l’Obra Social d’aquesta.
Diversos passejos i terrasses mostren flora mediterrània, tropical i subtropical, la major part plantada per la pròpia Dorothy Webster i la seva esquadra de vuit jardiners. En total set hectàrees que van des de la costa fins la muntanya.  
S’entra al Jardí pel poblat, un conjunt d’edificis en els que vivien els treballadors i les seves famílies i que recorda un poble mediterrani. Pel camí del castell, ple de buganvíl·lies i gessamins, s’arriba al Castell, de pedra vermella per l’òxid de ferro i una preciosa Glicinia que en recobreix una de les parets. Una sèrie de camins baixen cap a diverses terrasses (de les Monges i Bassin) i jardins (dels Enamorats, de primavera, del Coronel, del Caporal) i s’aproximen a la costa retallada, on des d’un mirador es contempla la vista de les Illes Formigues i la cala Massoni, amb el seu embarcador, conegut pel sobrenom de “la banyera de la russa”, on Dorothy se solia banyar.
De retorn cap al castell es passa pel Jardí dels Cactus, el Passeig dels Geranis i el Mirador de la Lady, amb vistes a Palafrugell.
No és estrany que la diversitat de flors, les escultures repartides per la finca i les vistes dels passejos en facin un dels Jardins Botànics més singulars i bonics de la mediterrània. I per si fos poc, els jardins i castell són l’escenari des del 2001, per al famós CapRoig Festival de música a l’estiu. 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...