Vaya por delante que me
gusta ir en tren. En distancias medias creo que es la mejor opción: mucho más
relajado que tener que conducir en coche, y más sencillo de acceder que
cualquier avión. Por ello celebro cualquier ocasión que me permite subirme a un
vagón, sentarme en un cómodo asiento y dejar que el maquinista siga la larga
recta metálica hasta el infinito…
La estación de Narbonne |
Y si se trata del TGV que
hace el recorrido Barcelona-Narbonne la ocasión merece una triple celebración,
puesto que por un lado me permite conocer el paso de la frontera en tren (ahora
ya no es necesario cambiar de vagón), me da la oportunidad de conocer la
magnífica e histórica ciudad de Narbonne, y además me permite disfrutar de uno
de los tramos más bonitos del recorrido ferroviario español.
Hace poco tuve la
oportunidad de viajar en el TGV gestionado por ELIPSOS, la joint venture entre RENFE y SNCF para permitir a los
trenes franceses salir de territorio español y entrar en Francia y llevar pasajeros directamente desde Barcelona a Paris (y próximamente desde Madrid hasta la capital francesa).
Cada usuario tiene mesita propia, revista corporativa
y un enchufe cercano para poder conectar el ordenador o el teléfono, y el tiempo pasa rapidísimo contemplando el paisaje a casi 320 km/h. Además, son muy silenciosos, y un solo un
débil hilo musical suena por los altavoces.
El tren parte puntual a
las 9:20h, se desliza suavemente por los rieles y después de una breve parada
en Girona y Figueres, se detiene en Perpignan a las 10:50h. Aquí se le acopla el tren que
viene de Toulouse, para proseguir después hacia Lyon y Paris.
Finalmente, a las
11:20h, con todo el día por delante, el tren se detiene en la vieja estación de
Narbonne.
Aquí podrá el visitante
apearse para conocer una de las ciudades con más historia del sur de Francia, a
sólo dos horas de Barcelona.
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Si vas a Narbonne, el mejor sitio para comer es Les Grands Buffets. Lee aquí el post que hice sobre este famoso restaurante.
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