Hay algo casi irreal
en un amanecer en el desierto, cuando poco a poco el frescor de la madrugada remite y la
luz empieza a pintar de azul la bóveda negra del cielo para bañarla de naranja
al poco rato. El silencio acompaña esos momentos con una quietud que parece de
otro planeta, como si esas arenas rojizas pertenecieran a Marte y no a la
tierra. Y sin embargo, al levantarse el día, se empiezan a distinguir trazas de
vida aquí y allá: las huellas de un pequeño pájaro que vagó por las dunas, o el
rastro de un escarabajo avanzando por la arena, o cuatro matojos desgarbados en
la hondonada entre un par de grandes pilas de arena,…
Aquí te contamos como es el
DESIERTO DE TUNEZ
Túnez es el país más pequeño del Magreb,
pero no se queda corto en cuanto a atracciones respecto a sus hermanos mayores:
ciudades, medinas, playas y, sobre todo, desierto. Aproximadamente el 40% de su
extensión se adentra en el Sahara septentrional, especialmente en la región de Tataouine. Y sin embargo,
aquí la población mantiene una relación estrecha con el desierto: habita en sus
oasis e incluso aprovecha todos los recursos que este les brinda. En este post
te contamos algunas de las cosas que puedes hacer en el desierto de Túnez.
Dunas del desierto
A diferencia del Sahara marroquí o algeriano, el de Túnez es
menor, con dunas más pequeñas por las cuales el pasear es menos dificultoso. Túnez tiene una cara amable del desierto,
en el que se puede tener contacto por primera vez con el eterno mar de arena
sin miedo. Incluso se organizan travesías (siempre guiadas, eso sí) en camello
para atravesar el Gran Erg Oriental,
la zona de dunas que se encuentra limítrofe con Argelia.
Un sitio perfecto para verlas y poder andar por las dunas es
el Campamento Zmela, un puesto
avanzado de la civilización en medio del desierto pero que dispone de las
comodidades necesarias: tiendas de campaña, camastros, comedor y baños. Un
sitio especialmente atractivo para vivir de primera mano las puestas y salidas
de sol en el desierto.
Ksar Ghilane
No muy lejos de aquí se encuentra el oasis de Ksar Ghilane, el más meridional de
Túnez y una de las principales puertas del Sahara. Una surgencia de agua termal
(a 40ºC) alimenta los campos de dátiles y los campos de pasto para ovejas y
cabras que crían algunas pocas familias locales. Pero desde hace unos años Ksar
Ghilane está tomando protagonismo como un lugar de aventura para empezar a
conocer el desierto: excursiones a caballo o en camello se adentran en la arena
y las dunas desde aquí.
Parecería que aquí terminaba el mundo, pero para muchos, empezaba: desde aquí salían las caravanas que llegaban a Argelia, Marruecos o incluso a Tombuctú. Por ello los romanos construyeron aquí un fuerte en el siglo II d.C., Tisavar, para proteger a las caravanas y los límites meridionales de su imperio de los ataques del desierto. Con el tiempo, sería abandonado y olvidado bajo las dunas. Hoy en día sigue en pie, sin embargo, y es una de las grandes excursiones que se pueden hacer en quads desde Ksar Ghilane, para contemplar como el paso del tiempo y el olvido han condenado uno de los más alejados puestos del Imperio Romano. Una inscripción en latín en el dintel de una puerta marca las plegarias que los soldados destinados a ese rincón de África elevaban al dios principal: Iovi Optimo Maximo Victori (Júpiter, el mejor, el más grande, el victorioso). El fuerte fue construido en el año 184 y no fue redescubierto hasta la llegada de los franceses, con el Comandante Lachouque en 1885. También los franceses destinaron en la región a sus soldados para proteger su territorio, de las tribus bereberes y tuareg y de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. A un kilómetro del fuerte se encuentra un pilar conmemorativo con una inscripción que recuerda el triunfo de las tropas del General Leclerc en la Batalla de Ksar Ghilane de 1943.
Parecería que aquí terminaba el mundo, pero para muchos, empezaba: desde aquí salían las caravanas que llegaban a Argelia, Marruecos o incluso a Tombuctú. Por ello los romanos construyeron aquí un fuerte en el siglo II d.C., Tisavar, para proteger a las caravanas y los límites meridionales de su imperio de los ataques del desierto. Con el tiempo, sería abandonado y olvidado bajo las dunas. Hoy en día sigue en pie, sin embargo, y es una de las grandes excursiones que se pueden hacer en quads desde Ksar Ghilane, para contemplar como el paso del tiempo y el olvido han condenado uno de los más alejados puestos del Imperio Romano. Una inscripción en latín en el dintel de una puerta marca las plegarias que los soldados destinados a ese rincón de África elevaban al dios principal: Iovi Optimo Maximo Victori (Júpiter, el mejor, el más grande, el victorioso). El fuerte fue construido en el año 184 y no fue redescubierto hasta la llegada de los franceses, con el Comandante Lachouque en 1885. También los franceses destinaron en la región a sus soldados para proteger su territorio, de las tribus bereberes y tuareg y de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. A un kilómetro del fuerte se encuentra un pilar conmemorativo con una inscripción que recuerda el triunfo de las tropas del General Leclerc en la Batalla de Ksar Ghilane de 1943.
Descubre en este video cómo se puede llegar al fuerte de Tisavar en quad desde Ksar Ghilane, una aventura en el desierto sin igual:
Pastores de ovejas y camellos
En la larga carretera que lleva del desierto al mar la
transición entre la arena del desierto y la de la playa se hace pasando por un
terreno pedregoso que parecería no poder albergar ningún tipo de vida. Pero
lleno de pequeños arbustos aquí y allá, esto es pasto suficiente para varios
rebaños de camellos salvajes y ovejas
domésticas. Estas últimas van siempre vigiladas por pastores seminómadas
que viven de la tierra mientras acompañan al rebaño. Algunos de ellos van
armados para enfrentarse a los lobos que dicen que aún viven en el desierto,
beben de los pozos profundos y se alimentan del pan del desierto que cuecen
entre brasas bajo la arena (al estilo del que suelen preparar en el campamento
Zmela).
Ksar Haddada
Cuando un joven americano llamado George Lucas vino a pasar
unas vacaciones a Túnez, quedó prendado de la belleza árida de su parte
desértica, y cuando años más tarde filmó la que sería su obra maestra, vino a rodar
algunos exteriores aquí. George Lucas situó la casa de Luke Skywalker en su Star Wars en una de las casas excavadas
en la roca de Matmata, y tomó el nombre tunecino de la región, Tataouine, como
base para llamar al planeta que habitaba como Tatooine. Con las posteriores
partes de la película, Lucas regresó a Túnez en varias ocasiones, y para
Episodio I, La Amenaza Fantasma, utilizó los exteriores de las ghorfas de Ksar
Haddada como residencia de la madre de Annakin Skywalker (el padre de Luke).
A causa del gran éxito de la película, cada vez más turistas
querían visitar el sitio, así que los antiguos graneros fortificados fueron reconvertidos
en habitaciones de un hotel de lujo en el que uno puede sentirse como si
habitara en una de las casas de Mos Espa.
Chenini y Ksar Hallouf
En la ruta entre el desierto y el mar se pasa por zona
montañosa en la que destacan algunos poblados, como las ruinas de Chenini, construido en la cima de una
montaña y de la cual destaca la blanca silueta de una mezquita a la entrada de
la vieja ciudadela o kalaâ, que se
levantaba sobre un risco protector. Aquí los bereberes mantenían su grano en
los ksour (graneros fortificados) para poderlo guardar seguro mientras ejercían
su nomadismo. George Lucas utilizó
también el nombre de Chenini para una de las dos lunas del Planeta Tatooine.
Otro ksour importante, de más de un centenar de ghorfas,
es Ksar Hallouf, en el oasis del mismo nombre. Aquí incluso un pequeño edificio
esconde un molino de grano, semi-subterráneo bajo el suelo, que era accionado
por la fuerza de un camello o un asno. La necesidad produce inventiva, y aquí
la gente tenía sin duda ingenio para sobrevivir en estas condiciones.
El desierto por definición es estéril, agreste, muerto,
duro,… pero también es serenidad, belleza, calor e incluso vida. Todo, como
siempre, depende de cómo se mire.
Más información:
#TrueTunisia