Pero
entonces alguien tuvo la genial idea de dar color a esas paredes grises o rojizas
sin encanto. Penelles inventó así el Rural Street Art y se convirtió en el Street Art Village. El primer
edificio que sufrió el cambio fue el de la Germandat, cerca de la iglesia central,
y los vecinos quedaron tan encantados con el aspecto que ofrecía su fachada con
el nuevo mural pictórico que pronto empezaron a ofrecer así sus paredes para
que pudieran ser pintadas.
Nació
así el festival anual GarGar en el que varios artistas invitados pintaban murales combinando la presencia de
músicos, talleres, venta de arte, food trucks y degustación de cervezaartesanal de Lo Perot.
El
pueblo así creaba un espacio artístico nuevo, captaba el interés de visitantes
y dejaba en sus muros poco atractivos una pieza de arte permanente. Los pintores,
grafiteros y muralistas también se beneficiaban de poderse conocer entre ellos,
intercambiar técnicas o poder hablar de proyectos comunes.
Ese
primer festival de 2016 tuvo tanto éxito que ya va por la quinta edición. Los
varios artistas que ya han pasado por aquí han dejado ya más de un centenar
de murales que siempre acaban gustando a los vecinos que han ofrecido (sin
saber qué ni quién los pintaría) los muros de sus casas. Incluso las paredes interiores de la iglesia,
pintadas por Berni Puig, aparecen coloreadas con mucho gusto.
La
temática de las pinturas suele acerca de la naturaleza o hace referencia a la
ruralidad de Penelles y sus habitantes. Una de las pinturas más famosas es la
del Tato, Joan Mata, un vecino muy apreciado por la gente del pueblo. Otro de los murales más conocidos es el de la
fachada del ayuntamiento, en el que el artista Slim Art pintó a tres gangas (Pterocles
alchata) un ave con aspecto de paloma de vivos colores y que forma parte de
la fauna local. Hasta no hace muchos años, su ronroneo característico, que suena
como gar-gar, resonaba por los campos aledaños de Penelles, pero ahora se
encuentra en peligro de desaparición en la zona y los organizadores del
festival tomaron su sonido característico para bautizar el certamen: así como
el ave está en peligro de extinción si no se protege, también la vida rural lo
está si no se anima con acciones como esta.
Hasta
la fecha, han pasado por aquí artistas españoles de varias provincias pero
también varios internacionales de Japón, Italia, Ecuador, Inglaterra, Francia,
Portugal, Estados Unidos, Cuba, Irlanda, Bélgica, Holanda, Hungría, Bulgaria, Colombia,
Venezuela y Grecia.
En
2020, debido a la pandemia de COVID-19, el festival se extenderá hasta finales
de verano con la incorporación de obras de una docena más de artistas en la
larga lista de murales que decorarán el pueblo.
La iniciativa ha tenido tanto éxito que ya le han salido imitadores, y en Cheste (Valencia) o Fresnedillas de la Oliva (en Madrid) también los grafiteros van llenando con sus obras las paredes vacías. Pero en ningún otro sitio de España, o acaso del mundo, el Street Art está tan presente, y tan ubicuo, como en Penelles.
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