4 dic 2015

DESIERTO DE JUDEA OFF-ROAD

DESIERTO DE JUDEA, EL PEQUEÑO GRAN DESIERTO

La pequeña expedición de dos vehículos todoterreno abandonó las tranquilas calles de Jerusalén y se internó en el corto túnel que atraviesa Monte Scopus. En nuestros ojos todavía estaba grabada la imagen de los amplios edificios de la Universidad Hebrea, entre esplendorosos cipreses y pinos, así que lo que vimos al salir otra vez a la luz atravesado el túnel, fue todavía más sorprendente. El vacío. El desierto. Una extensión de pequeñas colinas descendentes casi desprovistas de vegetación, que se alargan en el panorama hasta cubrir todo el horizonte de un rugoso terreno baldío. Entrábamos en Yeshimon, conocido en hebreo como Midbar Yehuda y en español como el Desierto de Judea
Fue aquí donde trajo el diablo a Jesús para tentarle después de 40 días y 40 noches de ayuno, y viendo la extensión yerma no pude menos de pensar que sería sin duda una de las peores pruebas para tentar el ánimo de cualquiera.
Con una extensión de 1.500 kilómetros cuadrados, el desierto de Judea empieza justo al lado de Jerusalén, donde la elevación montañosa condensa el agua de las nubes procedentes del Mediterráneo e impide que llegue humedad al desierto colindante. Se extiende hacia la depresión del mar Muerto y el Valle del Jordán, bajando de los 800 metros de la capital hasta los -424 metros del famoso lago salado, y lo hace en menos de 25 kilómetros de longitud, por lo que el cambio no es gradual sino de golpe.
Aunque pequeño comparado con otros desiertos (por ejemplo con el Néguev, en el mismo Israel), el Desierto de Judea tiene algo que lo hace sorprendente: su historia.
No son muchas las compañías que ofrezcan tours para poder conocer el desierto, imprescindible para poder internarse con un todoterreno, así que cuando se me presentó la oportunidad de poder hacerlo con un grupo, acepté encantado.

Granja beduina

La primera parada fue a pocos kilómetros de Jerusalén, justo al inicio del recorrido, ya en terreno abrupto, árido y salvaje de Cisjordania. Esta es zona de beduinos, y aquí vive Abu Habib con su familia y sus rebaños de cabras y ovejas, los únicos animales productivos que pueden sobrevivir en este desierto. Los beduinos venden su leche, quesos, carne y pieles en pequeños poblados como el de Obadia para poder comprar te, café y harina. No necesitan más… Sólo agua, que sacan de cisternas donde se acumula la escasa agua de lluvia proveniente de la pendiente de la montaña.
   

Monte Azazel

Un largo camino recorre escarpadas laderas y sube finalmente a lo alto del Monte Azazel, que con sus 524 metros de altura es el pico más alto de la región y desde aquí puede verse la fortaleza de Herodión, el mar Muerto, Jerusalén y Jericó. Según la tradición bíblica y de la mishná, era en esta cima donde el chivo expiatorio era enviado desde el gran templo de Jerusalén para ser sacrificado en la montaña. Mientras salían de la ciudad santa sus habitantes traspasaban sus pecados al pobre animal, que después de un largo y fatigoso viaje hasta la cima era arrojado al vacío por un escarpado precipicio. Al pie de la montaña se han encontrado huesos que vienen a reforzar esta opinión, así como restos de un monasterio bizantino en su cima que indicaría también su interés religioso para los cristianos.
Nir, nuestro conductor y guía, nos recordó que en hebreo Azazel significa “infierno”, por lo que él, que trae grupos aquí casi a diario, se enorgullece de ser el mejor marido del mundo. ¿Por qué? Porque cuando su mujer le manda al infierno, él sí va.


Mar Saba

Donde las evidencias cristianas son aún patentes en el Desierto de Judea es en el Monasterio de Mar Saba
Construido en el 483 d.C. por San Sabas, el monje capadocio que fundó varios monasterios, el de Mar Saba es el más famoso especialmente por su ubicación, medio colgado de un precipicio sobre el río. Cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial en el siglo IV d.C. en todo el imperio romano, los mártires ya no tuvieron la posibilidad de ser perseguidos por el imperio, así que buscaron otra forma de mortificación para poder llegar a Dios. Y lo hicieron buscando el peor de los desiertos que conocían: el de Judea, donde el mismo Jesucristo pasó los 40 días y noches de ayuno. Desde entonces, varios anacoretas empezaron a vivir aislados en cuevas del desierto, hasta que San Sabas empezó a construir los monasterios y empezó a formar comunidades. Desde entonces, Mar Saba pertenece a la Iglesia Griega Ortodoxa y es uno de los monasterios más viejos del mundo aún utilizados. Con la llegada de los cruzados se construiría la muralla, las puertas de entrada y los pilares de refuerzo en la base del monasterio, pero a su retirada se llevarían el cuerpo en el siglo XII y solo sería hasta 1965 cuando el Papa Pablo VI lo regresaría al monasterio desde Venecia.

El desierto

Descendimos por pistas de montaña, difíciles, estrechas, que cruzaban a veces algunas de las muchas ramblas y vados que normalmente se encuentran secos pero que cuando llueve en las montañas rápidamente se llenan de agua de forma peligrosa. Así como en Estados Unidos hay gente aficionada a perseguir tornados para verlos de cerca, aquí en Israel y Cisjordania existe gente aficionada a ver las crecidas de estos ríos. Algunas veces el agua se acumula tan arriba que cuando baja lo hace en forma de un muro acuoso de varios palmos de altura. El paisaje es tan agreste que el ejército israelí lo utiliza entre semana para sus prácticas de tiro, y aquí solo sobreviven algunos asnos y camellos que se alimentan libremente hasta que sus amos beduinos no los vienen a buscar para vender.


Nabi Musa

Siguiendo el Valle de Hureqanya llegamos a Nabi Musa, un centro de peregrinaje, mezquita, cementerio y, sobretodo, tumba de Moisés según la tradición beduina. Se dice que Saladino fue uno de los impulsores de la creación de un centro de descanso para los caminantes que hacían la ruta entre Jericó y Jerusalén, puesto que aquí se encontraban a medio camino. Desde el lugar se divisa el perfil del Monte Nebo, en la sierra de Moab, más allá del Valle del Jordán. Según la Biblia fue en esta montaña donde murió y está enterrado Moisés, que pudo ver Tierra Santa desde lo alto de la montaña pero a quien Dios había prohibido pisarla. 
Cuando el sultán mameluco Baibars al-Bunduqdari mandó construir en 1269 un hospicio para los peregrinos que recorrieran el camino de Jerusalén a la Meca, lo llamó Nabi Musa en recuerdo del profeta la tumba del cual se distinguía desde aquí. Con el tiempo, sin embargo, la gente acabaría confundiendo el nombre con la tumba, e incluso se construiría una tumba de Moisés (visible desde las ventanas que dan a un patio). Desde lo alto del primer piso del hospicio se ve el cementerio, al que los creyentes beduinos quieren ser enterrados para estar cercanos al profeta…

Wadi Qelt

Atravesando el Desierto de Judea desde Jerusalén a Jericó, Wadi Qelt (o Nahal Prat en hebreo), es un estrecho cañón de montaña por el que corre un río que da vida a una extensa flora y fauna local. El cañón se utilizó desde hace siglos como camino natural para unir las dos antiguas ciudades, por lo que no es de extrañar que contenga una de las sinagogas más antiguas del mundo Shalom Al-Synaogue y uno de los monasterios más antiguos del mundo, el de San Jorge. Este pertenece a la Iglesia Ortodoxa Griega y, como el de Mar Saba, está medio construido en la ladera empinada de la montaña, por lo que ofrece a la vista un magnífico ejemplo de elegancia, sobriedad y fusión con la piedra.
Pero donde sin duda el paisaje acaba mostrando todo el vigor y magnificencia del Desierto de Judea es un poco por encima del monasterio. Desde aquí se extiende la vista desde Jericó hasta Jerusalén, y por en medio toda la extensión del desierto ondulado de colinas y montañas arrasadas por el viento, el calor y el vacío.
–No se puede explicar como es el desierto –nos dijo Nir en la cima de una de estas montañas, con el desierto a nuestro alrededor–. Hay que vivirlo para entenderlo. Y ahora vosotros ya lo habéis vivido y conocido.
Nos quedamos todos en silencio, escuchando el vacío del desierto, ese silbo apacible y delicado que escuchó Elías tras el terremoto y el fuego. Ahí había mucho más que un desierto. Mucho más que un silencio baldío. Había allí pura belleza…
   


Este post ha sido posible gracias a la colaboración de AbrahamTours, que es el organizador  de la salida organizada Judean DesertJeep Tour

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