DESIERTO DE JUDEA, EL PEQUEÑO GRAN DESIERTO
La pequeña expedición de dos vehículos todoterreno abandonó las tranquilas calles de Jerusalén y se internó en el corto túnel que atraviesa Monte Scopus. En nuestros ojos todavía estaba grabada la imagen de los amplios edificios de la Universidad Hebrea, entre esplendorosos cipreses y pinos, así que lo que vimos al salir otra vez a la luz atravesado el túnel, fue todavía más sorprendente. El vacío. El desierto. Una extensión de pequeñas colinas descendentes casi desprovistas de vegetación, que se alargan en el panorama hasta cubrir todo el horizonte de un rugoso terreno baldío. Entrábamos en Yeshimon, conocido en hebreo como Midbar Yehuda y en español como el Desierto de Judea.
Fue aquí donde trajo el diablo a Jesús para tentarle después
de 40 días y 40 noches de ayuno, y viendo la extensión yerma no pude menos de
pensar que sería sin duda una de las peores pruebas para tentar el ánimo de
cualquiera.
Con una extensión de 1.500 kilómetros cuadrados, el desierto
de Judea empieza justo al lado de Jerusalén, donde la elevación montañosa
condensa el agua de las nubes procedentes del Mediterráneo e impide que llegue
humedad al desierto colindante. Se extiende hacia la depresión del mar Muerto y
el Valle del Jordán, bajando de los 800 metros de la capital hasta los -424 metros
del famoso lago salado, y lo hace en menos de 25 kilómetros de longitud, por lo
que el cambio no es gradual sino de golpe.
Aunque pequeño comparado con otros desiertos (por ejemplo
con el Néguev, en el mismo Israel), el Desierto de Judea tiene algo que lo hace
sorprendente: su historia.
No son muchas las compañías que ofrezcan tours para poder
conocer el desierto, imprescindible para poder internarse con un todoterreno,
así que cuando se me presentó la oportunidad de poder hacerlo con un grupo,
acepté encantado.
Granja beduina
La primera parada fue a pocos kilómetros de Jerusalén, justo
al inicio del recorrido, ya en terreno abrupto, árido y salvaje de Cisjordania. Esta es zona de beduinos,
y aquí vive Abu Habib con su familia
y sus rebaños de cabras y ovejas, los únicos animales productivos que pueden
sobrevivir en este desierto. Los beduinos venden su leche, quesos, carne y
pieles en pequeños poblados como el de Obadia para poder comprar te, café y
harina. No necesitan más… Sólo agua, que sacan de cisternas donde se acumula la
escasa agua de lluvia proveniente de la pendiente de la montaña.
Monte Azazel
Un largo camino recorre escarpadas laderas y sube finalmente
a lo alto del Monte Azazel, que con
sus 524 metros de altura es el pico más alto de la región y desde aquí puede
verse la fortaleza de Herodión, el mar
Muerto, Jerusalén y Jericó. Según la tradición bíblica y de la mishná, era
en esta cima donde el chivo expiatorio
era enviado desde el gran templo de Jerusalén para ser sacrificado en la
montaña. Mientras salían de la ciudad santa sus habitantes traspasaban sus
pecados al pobre animal, que después de un largo y fatigoso viaje hasta la cima
era arrojado al vacío por un escarpado precipicio. Al pie de la montaña se han
encontrado huesos que vienen a reforzar esta opinión, así como restos de un
monasterio bizantino en su cima que indicaría también su interés religioso para
los cristianos.
Nir, nuestro conductor y guía, nos recordó que en hebreo
Azazel significa “infierno”, por lo que él, que trae grupos aquí casi a diario,
se enorgullece de ser el mejor marido del mundo. ¿Por qué? Porque cuando su
mujer le manda al infierno, él sí va.
Mar Saba
Donde las evidencias cristianas son aún patentes en el Desierto
de Judea es en el Monasterio de Mar Saba.
Construido en el 483 d.C. por San Sabas, el monje capadocio que fundó varios
monasterios, el de Mar Saba es el más famoso especialmente por su ubicación,
medio colgado de un precipicio sobre el río. Cuando el cristianismo se
convirtió en religión oficial en el siglo IV d.C. en todo el imperio romano,
los mártires ya no tuvieron la posibilidad de ser perseguidos por el imperio,
así que buscaron otra forma de mortificación para poder llegar a Dios. Y lo
hicieron buscando el peor de los desiertos que conocían: el de Judea, donde el
mismo Jesucristo pasó los 40 días y noches de ayuno. Desde entonces, varios
anacoretas empezaron a vivir aislados en cuevas del desierto, hasta que San
Sabas empezó a construir los monasterios y empezó a formar comunidades. Desde
entonces, Mar Saba pertenece a la Iglesia Griega Ortodoxa y es uno de los
monasterios más viejos del mundo aún utilizados. Con la llegada de los cruzados
se construiría la muralla, las puertas de entrada y los pilares de refuerzo en
la base del monasterio, pero a su retirada se llevarían el cuerpo en el siglo
XII y solo sería hasta 1965 cuando el Papa Pablo VI lo regresaría al monasterio
desde Venecia.
El desierto
Descendimos por pistas de montaña, difíciles, estrechas, que
cruzaban a veces algunas de las muchas ramblas y vados que normalmente se
encuentran secos pero que cuando llueve en las montañas rápidamente se llenan
de agua de forma peligrosa. Así como en Estados Unidos hay gente aficionada a
perseguir tornados para verlos de cerca, aquí en Israel y Cisjordania existe
gente aficionada a ver las crecidas de estos ríos. Algunas veces el agua se
acumula tan arriba que cuando baja lo hace en forma de un muro acuoso de varios
palmos de altura. El paisaje es tan agreste que el ejército israelí lo utiliza
entre semana para sus prácticas de tiro, y aquí solo sobreviven algunos asnos y
camellos que se alimentan libremente hasta que sus amos beduinos no los vienen
a buscar para vender.
Nabi Musa
Siguiendo el Valle de
Hureqanya llegamos a Nabi Musa,
un centro de peregrinaje, mezquita, cementerio y, sobretodo, tumba de Moisés
según la tradición beduina. Se dice que Saladino fue uno de los impulsores de
la creación de un centro de descanso para los caminantes que hacían la ruta
entre Jericó y Jerusalén, puesto que aquí se encontraban a medio camino. Desde
el lugar se divisa el perfil del Monte Nebo, en la sierra de Moab, más allá del
Valle del Jordán. Según la Biblia fue en esta montaña donde murió y está
enterrado Moisés, que pudo ver Tierra Santa desde lo alto de la montaña pero a
quien Dios había prohibido pisarla.
Cuando el sultán mameluco Baibars
al-Bunduqdari mandó construir en 1269 un hospicio para los peregrinos que
recorrieran el camino de Jerusalén a la Meca, lo llamó Nabi Musa en recuerdo del profeta la tumba del cual se distinguía
desde aquí. Con el tiempo, sin embargo, la gente acabaría confundiendo el
nombre con la tumba, e incluso se construiría una tumba de Moisés (visible
desde las ventanas que dan a un patio). Desde lo alto del primer piso del
hospicio se ve el cementerio, al que los creyentes beduinos quieren ser
enterrados para estar cercanos al profeta…
Wadi Qelt
Atravesando el Desierto de Judea desde Jerusalén a Jericó,
Wadi Qelt (o Nahal Prat en hebreo), es un estrecho cañón de montaña por el que
corre un río que da vida a una extensa flora y fauna local. El cañón se utilizó
desde hace siglos como camino natural para unir las dos antiguas ciudades, por
lo que no es de extrañar que contenga una de las sinagogas más antiguas del
mundo Shalom Al-Synaogue y uno de los monasterios más antiguos del mundo, el de
San Jorge. Este pertenece a la Iglesia Ortodoxa Griega y, como el de Mar Saba,
está medio construido en la ladera empinada de la montaña, por lo que ofrece a
la vista un magnífico ejemplo de elegancia, sobriedad y fusión con la piedra.
Pero donde sin duda el paisaje acaba mostrando todo el vigor
y magnificencia del Desierto de Judea es un poco por encima del monasterio.
Desde aquí se extiende la vista desde Jericó hasta Jerusalén, y por en medio toda
la extensión del desierto ondulado de colinas y montañas arrasadas por el
viento, el calor y el vacío.
–No se puede explicar como es el desierto –nos dijo Nir en
la cima de una de estas montañas, con el desierto a nuestro alrededor–. Hay que
vivirlo para entenderlo. Y ahora vosotros ya lo habéis vivido y conocido.
Nos quedamos todos en silencio, escuchando el vacío del
desierto, ese silbo apacible y delicado que escuchó Elías tras el terremoto y
el fuego. Ahí había mucho más que un desierto. Mucho más que un silencio baldío.
Había allí pura belleza…
Este post ha sido posible gracias a la colaboración de AbrahamTours, que es el organizador de la
salida organizada Judean DesertJeep Tour.
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