Cuando uno entra a visitar las Pirámides de Guiza, en Egipto, se siente como Indiana Jones, aunque en realidad en ninguna de las cuatro películas rodadas hasta ahora Indy entra en alguna pirámide. Ni tan siquiera en la serie de cuando era niño (The Young Indiana Jones Chronicles) lo hace. Pero eso no quita que no podamos entrar a investigar las tumbas de los faraones sin sentirnos un poco aventureros...
Entramos en las pirámides de Guiza, Indiana Jones style
Un
pasillo oscuro, apenas iluminado con unas cuantas bombillas distribuidas a lo
largo de la pared. Toneladas de piedra por encima de la cabeza, que tiene que
mantenerse agachada para no golpeársela contra el techo bajo. Una rampa con
pequeños escalones que facilitan, solo un poco, la dura ascensión en una
atmósfera de escaso oxígeno y húmeda sofocación…
La experiencia de entrar en una pirámide egipcia
es del tipo que se recuerda para toda la vida.
Uno puede
imaginarse que sigue los pasos de un ladrón de tumbas de hace miles de años o
los de un egiptólogo de hace apenas un siglo, pero la impresión de adentrarse
en un mundo extraño y en una construcción que trasciende la vida y la muerte
sigue siendo la misma: sobrecogedora.
La
reciente inestabilidad del Próximo Oriente ha conllevado una drástica
disminución del turismo en Egipto, y aunque evidentemente esto es un punto
negativo para la industria turística local, tiene una gran ventaja para el
viajero que se atreve a visitar el país: todas las atracciones y puntos de
interés están casi vacías de otros visitantes. En especial las pirámides de
Guiza, que en otras épocas habían sido objeto de largas colas para entrar en
ellas. Las
dos pirámides más grandes, la de Keops y la de Kefrén, son también las más
accesibles.
La pirámide de Keops
La pirámide de Keops es también la más impresionante. Es la única de las
antiguas siete maravillas del mundo que pervive, pero sus muchas otras
características la convierten en una de las obras de ingeniería más
impresionantes de la humanidad. Construida con más de dos millones de bloques
de granito y finalizada hacia el 2570 a.C., sus 146 metros la convirtieron en
el edificio más alto del mundo hasta el siglo XIV d.C.
Se
accede a la pirámide de Keops por la cara norte, a través del túnel excavado entre las
piedras que el califa Al Mamun ordenó abrir en el siglo IX d.C., unos metros
por encima de la base de roca y unos pocos metros por debajo de la entrada
principal colapsada. Entré imaginándome estar en una película de Indiana Jones,
casi con la mano en el sombrero cuidando de no golpearme la cabeza, y a punto
de agarrar el látigo por si era necesario para saltar por encima de una trampa
o para cruzar un pasadizo secreto. Pero aunque la Gran Pirámide todavía esconde
algunos misterios, la visita de su interior no resulta ser tan fantasiosa como
en las películas.
Tampoco no lo necesita: remontar la rampa que pasa por debajo
de la Gran Galería ya es de por sí impresionante, con sus 47 metros de longitud
y sus 8 metros de altura. Son la mejor aproximación para acercarse a la Cámara
del Rey, el centro de la pirámide y la razón de todo el complejo funerario: la
tumba del monarca. Esta es una pequeña habitación de 5x10 metros, de paredes de
granito lisas y llenas de viejos graffitis con los nombres de los viajeros que
han visitado el lugar. Un guarda vigilaba la estancia cuando entré, pero había
más gente en la sala y un silencio sepulcral. Una docena de personas, cogidos
de la mano, rodeaban y miraban el gran sarcófago de piedra que ocupa la
habitación. Parecían estar celebrando algún tipo de ritual.
Entonces, sin avisar,
se levantó un cuerpo del interior del sarcófago.
Casi morí del susto
pensando que era la momia del viejo faraón Keops levantándose en su resurrección,
pero entonces distinguí que era una mujer de unos cincuenta años, que vestía
una túnica blanca. Saltó del sarcófago y se abrazó a sus compañeros y después,
uno a uno, desaparecieron de la sala por el pasillo que conducía al exterior. ¿Qué había sido eso? ¿Un ritual de sanación? ¿Una celebración de alguna secta?
La pirámide de Kefrén
La pirámide de Kefrén es más pequeña que la de Keops, pero en su cúspide todavía mantiene el revestimiento de caliza que tenían todas las pirámides.
Además, tiene dos accesos, el tradicional por entre los bloques de la cara norte y un pasadizo profundo que baja excavado en la roca de la base y que da la sensación de adentrarse en una sima geológica. Un pasadizo estrecho y bajo desciende por el lecho de roca, sigue un tramo horizontal y sube otra vez hasta conectar con el pasillo proveniente de la otra entrada. Desde aquí, el pasadizo se estrecha y llega, finalmente, a la cámara mortuoria del faraón, un espacio de 14x5 metros con los restos de un viejo sarcófago de piedra. La sala estaba vacía cuando entré. Incluso no había ningún guardia. Solo el sarcófago y Belzoni. O al menos el rastro de este arqueólogo italiano. Giovanni Belzoni, que en 1818 consiguió entrar en la pirámide para dejar una inscripción pintada en la pared de la cámara mortuoria:
“scoperta da G. Belzoni. 2 mar 1818”
El aventurero italiano solo encontró unos huesos de animal en el sarcófago, indicando que la tumba ya había sido profanada mucho antes por los ladrones de tumbas y vuelta a tapiar antes de que Belzoni encontrara de nuevo la entrada original. Permanecí en la habitación durante unos minutos en silencio, pensando en los misterios que todavía escondían estas inmensas construcciones del pasado. Regresé poco a poco por el pasadizo hasta el exterior, y al salir de nuevo al sol caliente y al aire fresco me imaginé que, aunque llegáramos a descubrir todos sus secretos, las pirámides continuarían, igualmente, fascinándonos con su grandeza.
La pirámide de Micerino
La pirámide de Micerino queda más lejos y en el presente no se puede visitar por mantenimiento.
Recomendaciones para visitar las pirámides de Guiza como Indiana Jones:
- Aunque la inestabilidad de Egipto facilita el hecho de no encontrar tanto turismo, no está de más presentarse al recinto de las pirámides a primera hora de la mañana: el aire estará más fresco y encontraremos menos gente.
- Cualquier foto que hagas a un camello la tendrás que pagar, así que pregunta el precio antes de sacarla.
- Ya no es posible subirse hasta la cumbre de las pirámides para pronunciar la frase célebre de Napoleón: "Soldados, desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos nos contemplan". Quien se atreva a subir a los bloques de piedra puede sufrir penas de cárcel (además de caer y descalabrarse).
- Alrededor de las pirámides vagabundean falsos guías, vendedores de souvenirs, camelleros o simples hombres que se te ofrecen para hacer una foto y después te cobran. Son tranquilos siempre que se les dé bakshish, la propina obligatoria.
- En el caso de los tours en caballo o camello, el ritmo será lento y el circuito más bien corto, pero permitirá gozar de una perspectiva distinta.
- No hay que olvidarse de visitar el Museo de la Barca Solar (Khufu Boat Museum), una embarcación original que se encontró desmontada junto a la Gran Pirámide y que se reconstruyó en un museo anexo.
- No te olvides de visitar tampoco la Esfinge, al pie de la Pirámide de Keops.
¿Y tú? ¿Ya visitaste las pirámides de Guiza? ¿Aunque no sea al estilo Indiana Jones? ¿Qué te parecieron? ¿A qué esperas para visitarlas?
Puedes escuchar las recomendaciones para visitar las Pirámides de Guiza que dimos en el programa que le dedicamos en La Buena Tarde de Radio Asturias:
LA_MALETA_LA_BUENA_TARDE_-_RTPA_-_GUIZA.mp3
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