Eslovenia es un país
de cuevas, y su mejor muestra, las Cuevas de Skocjan. El macizo del Karst (cuyo nombre
originó el término cárstico usado en geología) se encuentra en medio del país,
por lo que es normal que en este terreno de piedra caliza de fácil erosión por
el agua se hayan formado hasta 10.000 cuevas, pozos y cavernas. En Eslovenia
hay incluso un castillo dentro de una cueva (el castillo de Predjama), por lo
que no ha de extrañar que algunas de las más bonitas, o más grandes, cuevas del
mundo se encuentren en este país europeo.
Las Cuevas de Skocjan (Škocjanske jame en esloveno) son sin duda las más hermosas de
Eslovenia y es por ello que han merecido entrar en la lista del Patrimonio de
la Humanidad por la UNESCO (desde 1986). Lo que tienen de especial es su variada
composición, con algunas de las formaciones geológicas más bonitas del mundo,
pero sobretodo es la gran dolina colapsada y el cañón bajo tierra más grande
del mundo que la hacen única.
Las cuevas de Skocjan siempre se visitan con un guía del
Parque, que va indicando los lugares más significativos de la cueva y que
asegura que nadie se pierda en el camino. Se sale del Centro de Visitantes,
donde hay un pequeño museo con objetos relacionados con las primeras
exploraciones de las cuevas, cuando eran los mismos labradores y pastores de la
región quienes se aventuraban con rudas cuerdas y cascos en el interior de la
cueva.
Ya en el siglo II a.C. hay constancia de que la cueva era
conocida. El filósofo Posidonio de Apamea escribió sobre ella que “El Río
Timava [como era conocido entonces] fluye desde las montañas, cae en el abismo
y después, corriendo 130 estadios bajo la superficie de la roca, emerge cerca
del mar”. Durante un tiempo incluso se creyó que era la entrada al infierno. En
la gran entrada cueva de Mušja jama se encontraron restos de un templo esculpido en la roca por
los antiguos griegos.
En 1689 el primero de los estudios del naturalista esloveno J.W.Valvasor demostraron que el río
Reka se hundía y circulaba por debajo de la tierra en las cuevas. Más
tarde, ya en el siglo XVIII, empezó el interés para adentrarse en su interior. Las ilustraciones del pintor francés
Louis-François Cassas de 1782 nos muestran como en esa época ya se visitaba
la dolina hundida (colapsada). El 1 de enero de 1819 se instituyó el primer
libro de visitas para los primeros turistas en visitar la dolina y en 1823 se
empezaron a excavar los primeros peldaños.
Pero no fue hasta el siglo XIX cuando se empezó realmente a
explorar las cuevas. El Lago Muerto se encontró en 1890, y ya en 1904 se llegó
hasta la Cueva del Silencio, lo más profundo del sistema de cuevas.
Una serie de pasarelas, escaleras y puentes permiten un
acceso fácil, por lo que no hay excusa (ni tan siquiera para los que sientan
claustrofobia) para no visitar estas magníficas cuevas.
La visita a las Cuevas
de Skocjan empieza con
un breve paseo desde el Centro de Visitantes hasta la entrada del túnel artificial, en la Dolina Colapsada de Globocak, en
medio del bosque, que conecta con la Cueva Silenciosa. Un corto pasadizo
excavado en la roca permite al visitante habituarse a la penumbra de la luz
artificial y al frío (siempre 12ºC)
imperante en la cueva.
La Cueva silenciosa recibe
este nombre por la falta de cualquier sonido. Aislada del resto de las cuevas,
no se escucha el murmullo del río Reka en su paso subterráneo, ni el viento. Pero
una serie de formaciones de piedra, estalactitas, estalagmitas, columnas, vanos
y todo tipo de esculturas naturales decoran
esta sala dándole un aire mágico y casi surrealista.
Al salir de la Cueva Silenciosa nos adentramos en el Cañón del Reka, visible al fondo de una
inmensa cueva de centenares de metros de largo. Todo el conjunto de cuevas
tiene 6.200 metros de largo, y gran parte del recorrido lo realiza el río en el
cañón de roca que ha ido excavando poco a poco en millones de años.
Hay quien cree que la Tierra
Media que imaginó J.R.R. Tolkien
al escribir El Hobbit o El Señor de los Anillos se encuentra en Nueva Zelanda, donde el director Peter
Jackson utilizó los paisajes para situar algunos de los escenarios de las
novelas en sus películas. Pero si algún
sitio del mundo se merece ser la Moria de Tolkien es la Cueva de Skocjan. Uno
se puede imaginar fácilmente a los trasgos saliendo de entre las grietas de las
paredes, persiguiendo al grupo de humanos y hobbits a través de los caminos
excavados en las paredes y atravesando, al igual que en el libro, el puente que
cruza el cañón donde Balrog y Gandalf caen. Skocjan, para los fans de El
Señor de los Anillos, es un paraíso visual. Y para los que no son fans,
también. El puente de Cerkvenik cruza el
cañón 47 metros por encima del río Reka, y dirige el camino a través de los
recovecos de la roca para poder ver, desde varios balcones, algunas de las panorámicas
más grandes de la cueva.
El Cañón del Reka es
el más cañón subterráneo más grande del mundo con 2.600 metros de largo, 60 de ancho y 146 de
alto.
El paisaje es increíblemente bello con el camino iluminado
como si fuera una pequeña serpiente de luz. Se pasa por debajo de las colonias
de murciélagos que viven en la cueva, y al final de casi una hora y media de camino
se sale a la luz otra vez, en la cueva de Tominc bajo la Gran Colina Colapsada,
y tras pasar junto a una cascada que cae por un puente de piedra natural, se
puede regresar a la superficie tras remontar la pared de roca.
Hace calor al dejar la cueva, pero más que el cambio de
temperatura, lo que deja al visitante desasosegado es la maravilla natural que
acaba de ver. Casi le dan ganas a uno de regresar otra vez y volver a entrar.
¿A qué esperas para visitarlas?
Para saber más: www.park-skocjanske-jame.si/en
No hay comentarios:
Publicar un comentario