A
media altura de la costa Atlántica de Marruecos, la ciudad de Essaouira
(la antigua Mogador de los portugueses, Esauira en español) se levanta junto a los escollos
donde las olas golpean la roca y salpican de sal las viejas murallas. Essaouira
(o Mogador) es una de las ciudades más marineras de Marruecos, volcada desde
sus inicios al mar, y que ha sabido conservar en su medina casi intacta
la esencia del pasado. Desde 2001 su centro histórico se encuentra dentro del
listado del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
QUE VER EN ESSAOUIRA
El
núcleo habitado de Essaouira surgió en el pasado a partir del asentamiento de
buscadores de conchas de Murex, el molusco que se utilizaba en la vieja
Roma para teñir de púrpura las togas senatoriales. Frente a la ciudad se encuentra
la Isla Mogador y un par más de islotes del archipiélago de las Islas
Purpúreas, donde estos moluscos se daban con muchísima prodigalidad.
El castillo portugués y la ciudad francesa
Los
portugueses llegaron con ganas de quedarse en 1506, pero les echaron al cabo de
cuatro años. Dejaron construido un castillo que sufrió varias transformaciones.
En el siglo XVII llegaron los franceses, que intentaron establecer un puesto de
mercado y puertos de pesca, pero sin éxito. La ciudad era rica, y las potencias
extranjeras quisieron establecerse en ella o conquistarla. Pero era también
refugio de corsarios, especialmente durante el reinado del sultán Mulay
Ismail (1672-1727).
En el
siglo XVIII es cuando la ciudad de Mogador (Essaouira) crece más. Con el rey
Mohammed ben Abdellah, se inicia una época de esplendor en Essaouira: hace
venir un arquitecto francés (Théodor Cornut) para que diseñe los planos de la
ciudad y la reconstruyen desde inicio. También intervinieron otros extranjeros,
como el inglés renegado Ahmed El Inglizi, que construyó la Puerta del
Puerto (Bab el-Marsa), portal fortificado de 1770. De la misma época son las
murallas y la Sqala, una plataforma de artillería con vistas al puerto y
a la entrada de la ciudad que servía como defensa junto a la gran torre
cuadrada heredera del castillo portugués.
Puerto pesquero
Durante
el siglo XIX el puerto de Mogador fue el más importante de Marruecos para intercambio de mercancías con Europa, pero después la
importancia se ha mantenido para la pesca: centenares de embarcaciones de
madera, especializadas en la pesca de la sardina, esperan ansiosas a que
salgan a navegar las olas del Atlántico en busca del pescado más abundante de
la región. En tierra, en los numerosos restaurantes de la medina, hay que probar
las sardinas: hechas a la brasa, acompañadas de aceitunas, están deliciosas.
El barrio judío (mellah)
En esa
época vivían en la ciudad centenares de cristianos y judíos, en paz con la
mayoría musulmana. En 1807, el sultán ordena la construcción de la mellah,
un barrio judío donde vivirán artesanos, joyeros, curtidores,… La población
judía de Mogador sobrepasó incluso la de los musulmanes. De esa época es la
última sinagoga que queda en la medina, Slat
Lkahal, un edificio medio en ruinas que varias asociaciones judías
están intentando restaurar. Sin embargo, solo serviría como museo, porque ya no
vive ningún judío en Essaouira desde que todos la abandonaron después de la
Guerra de los Seis Días (1967) para irse a Israel.
Árboles de Argán
En los
montes próximos a Essaouira pueden verse grandes extensiones del árbol de
Argan (Argania spinosa), una especie de hasta ocho metros de altura
cuyos frutos sirven para producir el famoso aceite de Argán, utilizado
en gastronomía y cosmética.
Varias
cooperativas de mujeres gestionan la recolección y molienda de los frutos, y
muestran al visitante sus artes y sus productos en unas cuantas empresas a
lo largo de la carretera que une Marrakech y Essaouira. Es bueno parar en
ellas, ya que aquí los productos de cosmética son producidos artesanalmente (con
molinos de piedra) y se pueden encontrar a mejores precios que en los
bazares de cualquiera de las dos ciudades. El argán y sus usos fueron
declarados en 2014 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por
la UNESCO.
Una curiosidad de los árboles de Argán es que los pastores locales de cabras los utilizan para controlar a sus animales. Las ayudan a subirse a las ramas y las dejan ahí para que vayan comiendo las hojas sin que se escapen. Ver a un árbol de Argán con una docena de cabras ramoneando entre sus ramas puede ser una experiencia surrealista, pero sin duda es un claro ejemplo de la agilidad de las cabras para subirse por todos los sitios.
Una curiosidad de los árboles de Argán es que los pastores locales de cabras los utilizan para controlar a sus animales. Las ayudan a subirse a las ramas y las dejan ahí para que vayan comiendo las hojas sin que se escapen. Ver a un árbol de Argán con una docena de cabras ramoneando entre sus ramas puede ser una experiencia surrealista, pero sin duda es un claro ejemplo de la agilidad de las cabras para subirse por todos los sitios.
Artesanías en madera de Tulla
La
mayoría de las artesanías en venta en las tiendas de recuerdos de la medina de
Essaouira son objetos elaborados con los nudos de la base del tronco de la Tulla
(Tetraclinex articulata), una especie de ciprés con una madera brillante
y llena de puntos que la hacen muy decorativa para cajas de madera y figuras de
animales (¡atención especialmente a los camellos!). Casi el 60% de los
artesanos de Essaouira trabajan esta madera.
Festival de Gnauas
Como
ciudad culturalmente muy dinámica, Essaouira organiza cada año el Festival de
Música Gnaua, que atrae decenas de miles de turistas. Los Gnauas son
descendientes de población negra que vino mayoritariamente como guardia
imperial del sultán Moulay Ismaïl. Son grupos de músicos callejeros que viven de
los espectáculos de danza, cantos y música que realizan en las plazas públicas.
La Plaza de Jamaa El Fnaa en Marrakech es especialmente conocida por los grupos de Gnauas que actúan por unas monedas.
Sea
por sus murallas bañadas por las olas, o por su gastronomía marinera, o por los
paseos por la medina, o por las danzas de los Gnauas, Essaouira ofrece al visitante un sinfín de oportunidades para disfrutar
de un Marruecos diferente.
Y tú, ¿aún
no conoces Essaouira?
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