La ciudad de Chauen,
en las estribaciones del Rif de Marruecos,
también llamada Chefchauen o Xauen es, para muchos, la ciudad más bonita del país. Con sus callejuelas estrechas y
tortuosas pintadas de varias tonalidades
de azul, sus rincones sombreados que exhiben múltiples tiestos de flores
bien cuidadas o las bellas y exóticas puertas que dan entrada a las casas,
Chauen es sin duda una de las más bellas y recomendables experiencias en un
viaje por el norte de Marruecos. Aquí te mostramos qué ver en
CHAUEN, LA CIUDAD AZUL DE MARRUECOS
El nacimiento de Chauen
Cuando los Reyes Católicos expulsaron a los moros y judíos
de la reconquistada Al-Andalus, muchos de ellos cruzaron el Estrecho de
Gibraltar sin saber donde irían a vivir. Varios de ellos llegaron en 1471 a un
pueblo bereber bajo un par de montañas y decidieron que aquí era un buen lugar
para vivir. Llamaron al sitio Shawen (cuernos), por la forma de las dos
montañas cercanas, y en árabe moderno es llamada Shifshawen (mira los cuernos).
El fundador de la ciudad fue el Moulay Ali Ben Rachid, que la dotó de murallas para protegerse de
los portugueses, pero que también le dio el aspecto actual que recuerda
muchísimo al de pueblos de Andalucía como Vejer
de la Frontera. El parecido no es casual. Se dice que Ali Ben Rachid lo
hizo parecer a propósito a un pueblo andaluz para dar el gusto a su esposa
Lalla Zahra, noble española convertida al Islam, a quien había prometido que
Chauen se parecería a su ciudad natal.
De poco después es cuando tenemos una de las primeras descripciones de Chauen, escrita por Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, más conocido como León el Africano:
De poco después es cuando tenemos una de las primeras descripciones de Chauen, escrita por Hasan bin Muhammed al-Wazzan al-Fasi, más conocido como León el Africano:
Esta montaña es la más
agradable de todas las que se encuentran en África. Allí hay una pequeña ciudad
llena de artesanos y comerciantes. En ella reside un señor que controla a todas
las tribus de estas montañas. Él es el que ha comenzado a dar un desarrollo a
estos países. Este se había rebelado contra el rey de Fez. Se le conocía como
Sidi Berrasid [Ali ben Rachid]. Hizo también una guerra incesante a los
portugueses. Los habitantes de esta ciudad y los de esta montaña no pagan
ningún impuesto a los señores porque están a su favor y la mayoría son soldados
de a pie o de a caballo. Allí crece el trigo, y mucho lino y hay grandes
bosques e innumerables fuentes.
La ciudad fue considerada sagrada durante siglos, y los no musulmanes solo pudieron acceder a
ella a partir de 1920, cuando los españoles la tomaron de acuerdo al
tratado de Algeciras de 1906. Desde entonces, se ha convertido en una de las
ciudades del norte de Marruecos más visitada por los turista. La presencia
española en Chauen desde 1920 hasta 1956 se distingue en algunas placas
identificativas de las calles de la medina (en español) o en algunas de las
construcciones que hicieron fuera de las murallas.
Sobre la pintura azul de Chauen
Dicen que la pintura azul con la que teñían las paredes y el suelo de las calles de Chauen se extraía antes de un pigmento vegetal. Ahora se utilizan colores sintéticos. Las mujeres son las encargadas de pintarlas. La razón de que sea azul parece ser que es para ahuyentar a los insectos, pero también garantiza una buena temperatura en el interior de las casas. No hay que engañarse, sin embargo, esta tradición azulada no tiene más de un siglo de antigüedad, puesto que antes se pintaba con cal blanca, como en Andalucía.
El nacimiento del río de Ras el Maa
Junto a una de las entradas a la antigua medina de Chauen se encuentra Ras el Maa, el nacimiento, de las entrañas de la tierra, de un espectacular río que,
canalizado parcialmente, da agua a toda la ciudad. Un balcón permite contemplar
(y sobretodo escuchar) el nacimiento del río, que surge impetuoso desde el
interior de la tierra. Es también uno de los lugares más frescos de la ciudad,
y en verano es común encontrar aquí a los lugareños que se distraen en la
húmeda atmosfera.
Bajo el nacimiento del río se han instalado también unos lavaderos que utilizan el agua del manantial para hacer su colada.
Bajo el nacimiento del río se han instalado también unos lavaderos que utilizan el agua del manantial para hacer su colada.
Cerca se encuentran también cinco molinos de harina movidos
por fuerza hidráulica, y alguno de ellos, como el de Rha ben Malek, siguen en
funcionamiento.
Un recorrido por Chauen
Hasta cierto punto uno puede tener la sensación de estar
caminando por entre las atracciones de un parque temático debido a la profusión
de tiendas de souvenirs (textiles, marroquinería, muebles de madera pintada,…) que
se dan en algunas partes, pero lejos de estos rincones y de las calles más
frecuentadas, se descubre la auténtica
esencia de Chauen: casas abiertas de las que se escucha el tintineo de las
ollas y los aromas de las especias en la cocina, niños persiguiendo a gatos por
un tramo de escaleras, mujeres con bandejas de bolillos y pasteles para ir a
cocerlos en los muchos hornos de leña (farran)
repartidos por la ciudad (cada barrio tenía el suyo, al igual que lo que pasaba
con los baños públicos). Varias fuentes,
decoradas con grabados y azulejos, dan fe de la cantidad de agua que baja de
las montañas.
Aquí y allá encontraremos a gente atareada hacia sus
negocios o regresando a casa. Los adoquines, en algunos sitios, están
desgastados y pulidos por los millares de babuchas que han pasado por encima.
En cualquier recoveco puede sorprendernos un giro inesperado de la calle, un
callejón sin salida o un rincón de placidez idílica. El sentimiento de sorpresa
es continuo paseando por la medina de Chauen.
Mellah, el barrio judío
Parte de la medina es la mellah, el barrio judío. Los judíos (se contaban más de mil en los
inicios de la ciudad) escaparon de la península con los musulmanes, y vivieron
tranquilamente junto a ellos en esta parte de la ciudad hasta creación del
Estado de Israel en 1947, al que emigró la mayoría.
La plaza de Uta el Hamam
La plaza de Uta el Hamam es el epicentro de la ciudad de Chauen, la
mayor plaza de la medina.
Junto a ella está la Alcazaba y un hamam (baño público) del
que toma el nombre.
La Alcazaba (o Kasbah) era la fortaleza de la
ciudad, en la parte más alta para poder protegerla mejor. Aun se mantiene en
pie majestuosa, con su alta torre cuadrangular que domina la plaza y la medina.
Al otro lado, la Gran Mezquita de Chauen se levanta esbelta, y del otro
costado, cafés y un antiguo fonduk
donde descansar y comer algo.
Algunos restaurantes de la plaza de Uta el Hamam cuentan co terrazas desde las cuales se divisan no
solo toda la plaza, sino gran parte de la medina y las montañas detrás de la
ciudad. En un pequeño montículo a las afuera de la ciudad se puede observar la Mezquita del Buzafar (gran mostacho).
La construyeron los españoles en los años treinta para la población local, pero
no les gustaba por lo lejos que estaba, y por ello le dieron el curioso nombre,
que hace referencia a los grandes bigotes del constructor. Desde su cima se
tiene una de las mejores perspectivas de la ciudad, con su gran medina azulada
que brilla entre los cuernos de las montañas.
Para conocer más sobre
Chauen:
www.chauen.info
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