El Parque Nacional de Białowieża (o Bialowieza),
en el este de Polonia, protege el último bosque primario de Europa. Sus
árboles no han sido tocados por la mano del hombre y siguen igual desde hace
8.000 años. Su fauna y flora se cuentan entre las más espectaculares del
continente, y su visita es ineludible para el amante de la naturaleza.
Aquí te contamos:
Aquí te contamos:
QUÉ VER EN BIALOWIEZA
Un bosque variado
El bosque de Białowieża está formado por hasta cinco tipos de ambiente distinto en el que se cuentan
hasta 26 especies de árboles, de los cuales el roble no es solo el más grande,
sino también el más significativo. Los de aquí son centenarios y incluso en su
muerte ayudan a la generación de la amplia biodiversidad del lugar.
Un roble puede vivir hasta 600
años, pero tarde o temprano se hace viejo, se debilita y entonces una violenta
tormenta o la caída de otro árbol lo hace caer. Pronto, su tronco se verá
invadido por insectos, musgos y líquenes que irán transformando la vieja madera
en humus ricos en minerales, aprovechado por nuevos árboles jóvenes que podrán
crecer gracias a la luz que llegue por el claro creado en la copa de los
árboles. Y así sucesivamente en un continuo ciclo vital en el que intervienen
muchas de las especies del bosque. Y, de especies, hay millares.
Los científicos han encontrado en
el Parque de Białowieża uno de los ecosistemas más ricos de Europa cuya
biodiversidad puede equipararse a la de algunos biotopos tropicales: se
distinguen hasta cinco variedades de bosque en Białowieża según la humedad del
terreno o la presencia mayoritaria de robles, tilos, alisos, arces, fresnos,
carpes,... Hay otras 55 especies de arbustos que cubren el sotobosque y que
conviven con 3.000 especies de hongos, 400 de líquenes y 165 de musgos. La
variedad de especies es tan grande aquí que el bosque nunca tiene una apariencia
uniforme o monótona. Aquí un árbol caído, allá un conjunto de matorrales y
acullá una poza con agua ennegrecida,…
800 especies de plantas viven en el bosque y muchas de ellas son alimento para las cerca de 12.000 especies de invertebrados (de las cuales, por ejemplo, 1600 son mariposas y polillas nocturnas).
800 especies de plantas viven en el bosque y muchas de ellas son alimento para las cerca de 12.000 especies de invertebrados (de las cuales, por ejemplo, 1600 son mariposas y polillas nocturnas).
El sonido de las ranas (hay 10
especies de anfibios en Białowieża) y los pájaros (hasta 120 aves nidificantes)
llena el bosque en primavera, y en verano y otoño los gritos de los mamíferos
en celo (hasta 59 especies) anuncian la llegada del frío.
El bisonte, el rey de Białowieża
De todos estos animales, sin duda
alguna la estrella de Białowieża es el bisonte europeo (Bison bonasus).
El Parque Nacional de Białowieża es el último lugar de Europa donde los
bisontes pueden pacer libremente en libertad. Pero aunque su población ronda
los casi 1000 entre el lado polaco del Parque y su extensión en Bielorrusia,
son animales difíciles de ver en verano, cuando los grupos de hembras y machos
jóvenes viven en el interior de los bosques buscando protección y los machos
adultos, más solitarios, se alejan y son difíciles de ver. En invierno, debido
a la escasez de alimento, se acercan a las granjas e incluso entran en el pueblo.
Pero en verano ver bisontes es casi imposible.
A no ser que se conozcan los
lugares donde a primera hora de la mañana van a pacer en la hierba de los
campos cercanos al Parque. Hay la posibilidad de contratar a guías alternativos
que se conocen estos lugares. Se va con ellos en tu propio coche y te llevan a
ver los lugares con más probabilidades de encontrar bisontes.
Los bisontes se extinguieron de
Bialowieza en 1919. Solo quedaban algunas docenas repartidos entre zoológicos y
reservas. Regresaron en 1927 para empezar a criarlos, y ya antes de la Segunda
Guerra Mundial había aquí un rebaño de 16 ejemplares. En 1952 se dejó en
libertad a la primera pareja para que empezara a criar en libertad, y entre su
descendencia y los otros liberados que le siguieron, ya llegan a los casi 500
bisontes en la región polaca del parque. En el lado de Bielorrusia habría unos
cuatrocientos más, de manera que de los tres mil bisontes europeos existentes
en todo el mundo, casi una tercera parte viven en Białowieża.
Los fui a ver con Silvia, una de
las guías del parque. A las cuatro de la mañana empezamos la búsqueda en los
diferentes campos que conocía Silvia. A pesar del frío, la noche y la humedad,
persistimos y, ya casi al final de las cuatro horas, cuando ya había amanecido
del todo, encontramos un grupo de sesenta bisontes en los linderos de uno de
los campos cultivados cercanos al bosque del Parque. Aquí habían pasado la
noche los bisontes y ya empezaban a desfilar hacia la protección de los árboles
cuando llegamos para verlos. Majestuosos, inmensos (son los mamíferos
terrestres más grandes de Europa) y muy peludos, me daban la sensación de
encontrarme en otra época, en un pleistoceno.
Białowieża, un Parque Nacional con historia
A la entrada del Parque Nacional,
en un edificio moderno que alberga las oficinas, unas cuantas habitaciones para
turistas, una gran sala de actos y el museo, se pueden ver unas cuantas fotos
de la exposición sobre la historia del Parque. El edificio de hormigón y
cristal del Parque ocupa exactamente el mismo espacio que ocupó hasta 1944
el palacio de caza del zar. Toda la extensión polaca y bielorrusa del
Parque de Białowieża era coto privado de caza primero de los reyes polacos
desde la Edad Media, y a partir de 1795, con el reparto del territorio, pasó a
pertenecer a los zares de Rusia. Parece un contrasentido que la riqueza del
Parque y el buen estado de sus poblaciones animales se deba al hecho de ser un
coto de caza simplemente destinado a satisfacer las diversiones cinegéticas de
los monarcas, pero así es. Y una de las principales razones es porque a pesar
de que éstos organizaban grandes partidas de caza con sus invitados, éstas no
eran demasiado frecuentes.
En 1845 se construyó la
mansión del Gobernador de Grodno, una casa de madera ricamente decorada que
todavía se mantiene en pie y que sirve como centro educativo. A finales del
siglo XIX el zar mandó construir un gran palacio de caza que fue bombardeado
durante la Segunda Guerra Mundial y se incendió en 1944. Del complejo palaciego
solo se salvaron algunas edificaciones, como la Puerta del Zar, la Casa de la
Dirección, la Casa del Mariscal, la casa Jegierski, la Casa del Chófer, los
Establos, la Casa del Baños y la iglesia, que es única en Polonia con sus
iconas de porcelana.
Białowieża, un pueblo salvaje
La proximidad del pueblo de Białowieża
al Parque Nacional hace que se vean cosas curiosas en sus calles. En invierno
es típico que los bisontes hambrientos se acerquen fácilmente a las casas
buscando comida, y unas señales de tráfico únicas indican que hay que
prestar atención a la posibilidad de encontrar bisontes en el asfalto.
Con un poco de suerte, entre los
platos de la carta de varios restaurantes del pueblo se podrá encontrar también
un manjar suculento y único: carne de bisonte europeo.
Desde hace dos años la política
del Parque (incluida la parte bielorrusa) es tener un máximo de 1000 bisontes
para poder dar oportunidad también a las plantas para crecer. Como los bisontes
no tienen depredadores naturales, el hombre tiene que controlar su población,
así que se ha establecido un control para relocalizar al excedente en parques y
reservas de Europa o cazar a los que no estén sanos ya sea por enfermedades
contraídas en la naturaleza o por efectos de la poca diversidad genética de la
población. Los animales sacrificados así no se desaprovechan, y su carne es
vendida a los restaurantes de Białowieża para que los visitantes puedan
degustarla en forma de bistecs, pirogi, ragout o steak tartar. Así que al
final de la jornada, después de pasearse por el bosque de Białowieża y haber
podido observar alguno de los magníficos bisontes, lo mejor es ir a alguno de
estos restaurantes, sentarse a la mesa y por un momento sentirse como uno de
esos hombres prehistóricos que cazaban bisontes de estepa en la Europa pleistocénica.
Bueno, quizá haya que hacer una concesión histórica y comérnoslo acompañado de
una cerveza Żubr, la marca polaca con el bisonte como símbolo. Así
entonces la satisfacción será doble.
No hay comentarios:
Publicar un comentario