Con
solo media hora en coche desde Perpignan,
en el sur de Francia, podemos pasar
del siglo XXI a la prehistoria. En el hermoso valle de Vingrau, por encima de los viñedos bañados por el río Verdouble, se
encuentra la Caune de l’Arago, una
cueva que guarda los misterios del pasado.
EL HOMBRE DE TAUTAVEL
El
22 de julio de 1971 se descubrieron aquí los restos humanos más antiguos de
Francia, el esqueleto de un chico de veinte años que pertenecía a la especie Homo heidelbergensis, los Homo erectus de Europa. La prensa lo
bautizó como el Hombre de Tautavel.
La cueva de l’Arago
Desde
entonces, en la cueva de l’Arago, cerca de Tautavel, se han encontrado hasta 149 fósiles humanos, en lo que es uno
de los yacimientos más interesantes de Europa especialmente para entender de
qué se alimentaban nuestros antepasados.
La
cueva se encuentra alta, a media cuesta empinada bajo un precipicio junto a las
Gargantas de Gouleyrous, un sitio apreciado por los turistas para venir a
refrescarse del achicharrante calor del verano cuando se cansan de la playa
próxima. La cueva fue utilizada hasta el siglo XX por pastores de cabras que
hacían aquí el queso, pero en cuanto de descubrió que contenía fósiles, se
empezaron las excavaciones en los años 60.
Y menuda cantidad de fósiles. Casi
trece metros de nivel fosilífero que llega hasta los 700.000 años y que
principalmente proviene de los huesos de los animales que cazaron nuestros antepasados
y que transportaron hasta el interior de la cueva: caballos, ciervos, muflones,
renos,… También se encuentran restos de animales que encontraron ya muertos o
que mataron y descuartizaron, como rinocerontes, bisontes y bueyes almizcleros.
Así, los arqueólogos pueden conocer perfectamente la dieta de aquellos
homínidos e incluso intuir sus técnicas de caza.
Los
visitantes pueden conocer de primera mano todos estos detalles en las visitas
guiadas a la cueva y al sitio arqueológico donde de mayo a agosto varias
decenas de estudiantes de arqueología, historia y geología realizan sus
prácticas en una colaboración imprescindible para poder avanzar en las
excavaciones. Quedan muchísimos años para poder llegar al fondo de la cueva, y
poco a poco se van realizando nuevos hallazgos. En 2015, por ejemplo, se
descubrieron un par de dientes infantiles (de leche) de hace 550.000 años,
alargando cien mil años la presencia conocida en la cueva y relacionando a sus
ocupantes con familias enteras y no solamente con grupos de cazadores adultos
machos como se había pensado hasta entonces.
El Museo de Tautavel
El
sitio arqueológico hay que complementarlo con una visita al museo, en lo alto
del pueblo de Tautavel. No es la
típica institución de vitrinas polvorientas y aburridos textos, sino todo un
centro de interpretación no solo de la presencia del hombre prehistórico en
Tautavel sino también de la evolución humana en general y del estudio de la
geología en particular, con varias recreaciones muy bien hechas de figuras de
cera de Homo heidelbergensis en plena
acción, tallando piedras, cazando animales o luchando contra jaurías de lobos
hambrientos.
El museo es grande y un perfecto complemento para que tanto niños
como adultos aprendan sobre la evolución humana y la historia, y además de
forma divertida e interactiva, ya que los domingos por la tarde en verano realizan
talleres: de encender fuego, tallar piedras o incluso de tiro con armas
prehistóricas.
Visitar Tautavel es hacerlo hacia el pasado. Y lo mejor de todo es que cada nueva visita
nos va a aportar algo nuevo. ¡Hay tanto por descubrir aún!
Para
conocer más: Musée de Tautavel: www.450000ans.com
Descubre además el fabuloso paisaje del Valle de Vingrau y Tautavel.
Descubre además el fabuloso paisaje del Valle de Vingrau y Tautavel.
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