EL TOP TEN PARA VISITAR GUADALAJARA
Guadalajara en un llano, México en una laguna… así cantaba el gran Jorge Negretela canción “Me
he de comer esa tuna”. Por supuesto, se refería no a la Guadalajara española, sino
a su homónima mexicana, la capital de Jalisco. Pero Guadalajara, que en
realidad se encuentra no en un llano sino en un ancho valle (el de Atemajac) es
mucho más que una aparición de canción.
La capital
del Estado de Jalisco lo es también del Mariachi,
ya que fue aquí donde nació esta formación musical, y del charro, el cowboy mexicano de noble estampa.
Guadalajara nació el 14 de febrero de
1542, nombrada así
por su fundador Cristóbal de Oñate,
que la nombró así por Nuño Beltrán de
Guzmán, que había nacido en la ciudad española del mismo nombre, y hoy en
día es la segunda ciudad del país, con más de 4,5 millones de habitantes. Es
una ciudad grande y diversa, por lo que se necesitará por lo menos un par de
días para conocerla superficialmente.
Lo
que no tenemos que dejar de hacer es:
1. Contemplar las vistas de la Plaza de Armas
Aquí
era donde los vecinos se reunían, delante de la catedral, para armarse y
protegerse frente a los ataques indígenas. Por ello la plaza mantiene este
nombre, aunque su título correcto es el de Plaza de la Constitución. En su
centro se encuentra un quiosco de acero fundido estilo Art Nouveau donde tomar
la sombra y contemplar la fachada del Sagrario Metropolitano, de 1843, y se
observa también la cúspide de las torres de la Catedral.
2. Recorrer las calles de Guadalajara en un tranvía
O
almenos en algo parecido, como los autos de Visitando
Jalisco, una empresa que realiza tours guiados por la ciudad a bordo de
autobuses modificados para parecer tranvías de época. La forma más descansada
de visitar la ciudad.
3. Desayunar una Torta Ahogada
Es
el plato típico tapatío (nacido en la ciudad de Guadalajara), y consiste en un
pan llamado birote, de corteza
crujiente, partido por la mitad y relleno de carnitas al estilo Jalisco, al que
se añade una cuantiosa cantidad de salsa de jitomate en la que se baña. Por
encima se le puede añadir cebolla y limón. Normalmente la salsa pica un poco,
así que hay que vigilar. ¡Y buen provecho!
Las
mejores, en Tacos Paza.
4. Hacerse fotos con famosos en el Museo de Cera y dejarse fascinar por el Museo Ripley
Políticos,
cantantes de rock, actores, pintores y escritores, deportistas y hasta
personajes de cómic tienen sus representaciones a tamaño real en el Museo
de Cera de Guadalajara. Aprovecha para hacerte una foto con el que
quieras o, si tienes buena voz, intenta hacer un dueto con Jorge Negrete
cantando “Guadalajara en un llano, México en una laguna…”. Hay más de 160
figuras y doce salas distintas para escoger.
Justo
al lado del Museo de Cera se encuentra el Museo
Ripley, un conjunto increíble de objetos extraños y poco comunes
recogidos por todo el mundo por Robert L. Ripley, un coleccionista de lo
extraordinario. Desde una reproducción a tamaño real del hombre más alto del
mundo a una cabeza reducida por los jíbaros, pasando por una obra de arte china
hecha con hueso de camello, el Museo Ripley es un rincón fascinante donde, “Aunque
usted no lo crea…” todo es real.
5. Visitar el Teatro Degollado
La
joya cultural de la ciudad es el Teatro Santos
Degollado, un edificio neoclásico estrenado en 1866 con Lucía de Lammermoor de Donizetti, y que
domina todo el centro de la ciudad. En el se realizan conciertos, obras de
teatro y todo tipo de actos de la vida cultural tapatía, por lo que es
posiblemente una de las enseñas culturales de México.
6. Dejarse enlustrar los zapatos
Los
boleros de México son una institución en todo México. En un país con mucho
polvo y elegancia estos limpiabotas son imprescindibles para que tanto hombres como mujeres
lleven los zapatos siempre perfectamente limpios y brillantes. Por unos módicos
20 pesos (un euro), el limpiabotas aplicará varios productos en nuestros
zapatos o botas y les sacará brillo para dejarlos como recién salidos de
fábrica. Además, son una fuente perfecta de cotilleos y chismes, por lo que en
diez minutos sabremos todo lo que hay que saber de la ciudad.
7. Refrescarse en la Fuente de los Niños Miones
Si
en Bruselas existe el Menneken Pis, en Guadalajara su versión son los Niños
Miones, una fuente escultórica en el medio de la Plaza Tapatía en la que cuatro
niños juegan con el agua. Fueron esculpidos por Miguel Miramontes y desde 1982 son una de las atracciones más refrescantes de Guadalajara.
8. Visitar el Mercado de San Juan de Dios
Con centenares
de tiendas de artesanías, dulces y artículos de charrería, el Mercado de San Juan de Dios es el sitio por excelencia donde curiosear, regatear y eventualmente comprar algún recuerdo
para llevarse a casa.
9. Almorzar en una casa colonial
Situada
junto a la fuente de los Niños Miones, el Restaurante La Rinconada es
el típico ejemplo de una casa señorial reconvertida. La casa es de 1897 y
perteneció a una familia española antes de la revolución mexicana. La hacienda
era mucho más grande, pero el gobierno revolucionario se la hizo propia, usó
los dormitorios para los soldados, el patio como establo y la sala como
cantina. Con el tiempo, se acabó recuperando todo su esplendor colonial y
actualmente es un elegante restaurante donde encontrar lo más típico de la
región, desde los tacos de peinecillo (un tipo de corte de carne de ternera)
hasta la jericalla, un postre tradicional que se encuentra en el término medio
entre un flan y un pastel de queso.
10. Escuchar música en el Parián de Tlaquepaque
Como capital del Mariachi y de los charros sería un pecado visitar Guadalajara y no terminar con un concierto de mariachis. Todos los días se organiza uno en El Parián de Tlaquepaque, al sureste de la ciudad. Se trata de un recinto con varios restaurantes en las que todas las mesas dan hacia el centro del patio, donde bajo una plazoleta primero se realiza una exhibición de varios tipos de danza y después un concierto de mariachis para amenizar la cena.
Puedes escuchar las curiosidades de Guadalajara en el programa que le dedicamos en en Radio Asturias, en el programa La Buena Tarde.
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