Levanto
la vista y, contra el cielo azul, solo consigo ver los rectos troncos que se
dirigen hacia arriba y parecen explotar, como unos fuegos artificiales, en
decenas de frondosas hojas erizadas de las palmeras. Ladeo la cabeza y veo más
palmeras; giro la vista hacia el otro lado y sigo viendo palmeras. Me encuentro
en el Palmeral de Elche, en
Alicante. Aquí es normal ver palmeras. Hay más de 200.000 ejemplares que lo
convierten en el más grande de Europa. En el mundo solo está superado por
algunos palmerales de países árabes.
Y es
que este singular bosque, en el que el árbol casi único es la palmera datilera
(Phoenix dactylifera) tiene origen en
los árabes que conquistaron la Península Ibérica en el año 711 d.C. Los inicios
del palmeral se remontan al mismo siglo VIII, aunque algunos historiadores
creen haber encontrado pruebas de un origen incluso más antiguo, de la época de
los asentamientos fenicios o íberos del siglo V a.C. Sin embargo, se acepta que
la parcelación, ordenamiento, riego y cultivo de la palmera se remonta a la
época de la dominación árabe.
Aquí te mostramos
QUE VER EN EL PALMERAL DE ELCHE
El Palmeral de Elche, único
La
singularidad e importancia histórica y cultural del Palmeral de Elche fue
reconocida por la UNESCO en el año 2000 incluyéndolo en la lista del Patrimonio
de la Humanidad. Antes, otros personajes habían caído rendidos de igual forma
ante la belleza paisajística del palmeral. Hans Christian Andersen, en su Viaje por España de 1862, escribió: «Nos
acercábamos a Elche, ya se distinguía su valle rebosante de frutos y su inmenso
palmeral, el mayor y más hermoso de Europa, el más paradisíaco de toda España».
Paseo
por entre las hileras de palmeras, con una ligera brisa que hace ondear las
frondas sobre mi cabeza, creando un juego de luces y sombras en el suelo de
grava. El viento mece las hojas, que parecen moverse como largas cabelleras
sobre cuellos estrechos.
La
ciudad de Elche está totalmente integrada dentro del palmeral, de manera que
toda la vida diaria de la ciudad discurre y transcurre entre palmeras. Aquí y
allá un grupo de edificios o algún terreno aíslan las palmeras, pero vuelven a
surgir más allá en un patrón que parece sacado de un tablero de ajedrez. Elche
parece estar viviendo en medio de un inmenso jardín. Pero no se trata de un
jardín solo ornamental: es un plantío del cual todavía se aprovechan tanto los
dátiles como las frondas, que privándolas de luz quedan blancas y se utilizan
para confeccionar las palmas para el Día de Ramos.
En
los viveros municipales esperan 50.000 pimpollos para ser plantados en cuanto las
palmeras envejecen o se cortan.
El Palmeral de Elche, varios a lo largo de la ciudad
El
crecimiento de la ciudad de Elche ha ido reduciendo la extensión inicial del
palmeral, que se ha ido quedando en pequeñas islas diseminadas por toda la
ciudad. De estos espacios con palmeras se distinguen las propiedades privadas
de las públicas, cuyas extensiones más conocidas son el Parque Municipal, el
Huerto de abajo, el Huerto del Cura y el Huerto del Chocolatero.
El Huerto del Cura es el más conocido, un jardín de
13.000 metros cuadrados con unas mil palmeras plantadas (algunas de casi 300
años de antigüedad). Se trata de un jardín botánico en el que también se han
plantado otras especies vegetales mediterráneas, como granados, jujubes,
naranjos, higueras, limoneros y una colección de cactus.
Su
propietario hasta 1918 fue un capellán, José Castaño Sánchez, quien hizo
construir una capilla en el centro donde daba misa a diario.
En
el Huerto del Cura sobresale la Palmera
Imperial, un ejemplar de palmera de un solo tronco del que sobresalen 7
vástagos. Su nombre viene de la Emperatriz Elisabeth de Austria (Sissi), que lo
visitó en 1894 y quedó prendada del lugar. Cerca hay un busto de la Emperatriz.
Se trata de una rareza botánica, ya que los 7 hijuelos se alimentan de la savia
de la palmera madre central, y llegan hasta los 17 metros de altura.
Otro
huerto (conjunto de palmeras) interesante es el Huerto de San Plácido, donde se encuentra el Museo del Palmeral, un edificio en el que se muestran artesanías
elaboradas con las palmeras y herramientas para las fases del cultivo de ellas
(escarmonda, entaconado, atado, recolección, encaperuzado,…) y todo el trabajo
del huerto. La Ruta del Palmeral, que empieza y termina aquí, tiene 2.580
metros de largo y es una magnífica aproximación al Palmeral de Elche.
Los peligros que acechan al Palmeral de Elche
El
Palmeral de Elche, al ser un monocultivo, está expuesto tanto a las
enfermedades como a las plagas. En 2005 se detectó que algunos ejemplares
estaban infectados de larvas de picudo rojo, el terrible escarabajo que puede
convertirse en una plaga de palmeras. Por ello a menudo son rociadas con
insecticidas y plaguicidas.
También
se usa glifosato para combatir las malas hierbas.
Torre Vaíllo en el Palmeral de Elche
Entre
los huertos y las palmeras encontramos varios edificios históricos. Uno de los
más simbólicos es la Torre Vaíllo,
una torre cuadrangular de piedra, construida entre finales de la Edad Media y
la primera mitad del siglo XVI. Formaba parte del grupo de edificaciones de
defensa de la ciudad, y desde su altura se podía vigilar una ancha extensión de
terreno. Su base tiene un talud que dificultaba el acceso y facilitaba su
defensa.
El
nombre de Torre Vaíllo proviene de la familia noble propietaria, los Vaíllo de
Llanos, que en 1716 recibieron el título de condes de Torrellano. Muy
probablemente nunca vivieron en la torre (bastante incómoda), ya que tenían
residencia en una gran casa de la plaza de Baix, frente al Ayuntamiento.
Otras cosas que ver en Elche:
-La Dama de Elche
Descubierta
en 1897 en los restos de la antigua ciudad íbera de Ilici, la Dama de Elche es
una estatua de caliza labrada por los íberos entre los siglos V y IV a.C. El
tiempo ha hecho que perdiera la policromía original y la pasta de vidrio que
rellenaba sus ojos, pero la belleza del rostro sigue siendo perfectamente
visible y está considerada como una de las grandes obras del arte íbero.
Desafortunadamente,
no se encuentra en Elche, sino que se exhibe en el MuseoArqueológico Nacional de Madrid.
Allí se puede contemplar el busto, aún con trazos de la pintura original y un
pequeño golpe de azadón que marca el lugar en el que chocó la herramienta con
la que se descubrió y fue desenterrado.
-El Misteri de Elche
Durante
la Edad Media, cuando el público asistente a las misas no sabía leer, una de
las formas que se ingeniaron los sacerdotes para que las historias de la Biblia
fueran recordadas por los fieles fue representarlas en forma de teatro.
Aparecieron entonces las obras religiosas, de las cuales el Misteri d’Elx
es una de las más importantes. Se representa cada año en la basílica de Santa
Maria d’Elx en dos partes, la primera (Vespra) en la tarde del 14 de agosto, y
la segunda (Festa) el día 15. Representa la muerte de la Virgen María y por su
importancia histórica fue incluida en 2001 en la lista del Patrimonio
Inmaterial de la UNESCO.
Se
trata de la única obra de su género que se ha estado representando
continuamente desde su origen, a mediados del siglo XV. Lo curioso es que
todavía se sigue la práctica medieval de representar todos los papeles con
actores masculinos (incluso la Virgen y Maria Salomé y Maria Iacobe,
interpretadas por niños).
¿A qué esperas para descubrir Elche?
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