A solo media hora en coche del centro de Cracovia,
las pequeñas casas industriales y anodinas del centro del pueblo de Wieliczka
no son suficientemente interesantes como para merecer una visita. Y aún así,
casi todos los turistas que visitan Cracovia acaban tomando un bus, un tour o
un coche para dirigirse a esta localidad. La razón de la visita no está en
la superficie, sino bajo tierra.
La Mina Real de Sal de Wieliczka es un monumento listado por la UNESCO como patrimonio mundial por su historia, su impacto económico y, especialmente, su belleza arquitectónica. Porque a pesar de ser una mina, algunas de sus cavernas han sido excavadas a pico y pala creando verdaderas salas de palacio con suelo embaldosado, esculturas en las paredes y lámparas de cristal colgando del techo.
La Mina Real de Sal de Wieliczka es un monumento listado por la UNESCO como patrimonio mundial por su historia, su impacto económico y, especialmente, su belleza arquitectónica. Porque a pesar de ser una mina, algunas de sus cavernas han sido excavadas a pico y pala creando verdaderas salas de palacio con suelo embaldosado, esculturas en las paredes y lámparas de cristal colgando del techo.
El interés por visitar la mina de los miles de turistas que
llegan al año no es nuevo. En una de las salas se exponen libros de visitas
firmados por visitantes ilustres (desde Copérnico a Chopin, Baden-Powell a
Clinton, pasando por Juan Pablo II e incluso reyes y emperadores. Wolfgang
von Goethe y Alexander von Humboldt estuvieron por aquí buscando
inspiración para sus trabajos científicos.
La historia de la mina se remonta al siglo XIII, y de hecho todavía hay algunos
sitios en los que se ven las marcas de los primitivos métodos de excavación. En
un par de salas se exhiben maquinaria de madera como la que se utilizaba
durante la época medieval, con tracción animal o humana, cuando la mina era una
de las más importantes de Europa y una gran fuente de riqueza para los reyes
polacos.
Dice la leyenda que la reina santa Kinga (patrona de
la mina). Hungaresa de origen, al viajar a Cracovia para su boda con el rey Boleslao
V de Cracovia, llevaba un saco de sal como parte de su dote (en aquel
entonces la sal, escasa, era un bien muy preciado). Se cuenta que en una visita
que la futura reina hizo a la mina hungaresa de Máramaros, lanzó ahí el anillo
de compromiso de su boda antes de partir hacia Polonia. Poco antes de llegar a
Cracovia, ya en suelo polaco, hizo excavar un pozo a unos mineros hasta
encontrar la roca, y cuando lo hicieron, descubrieron la mina de sal. El primer
pedazo de roca que encontraron se partió en dos y apareció ahí, milagrosamente,
el anillo de compromiso de Kinga.
Varias estatuas de sal detallan esta historia en las salas
de la mina. La mina funcionó hasta 2007, pero desde entonces los mineros
simplemente acondicionan las salas y pasillos, galerías y túneles para futuras
visitas.
La mina se distribuye en un total de 9 pisos con una
profundidad de hasta 327 metros, y sus pasillos y corredores abarcan la
increíble distancia de hasta 287 kilómetros de largo. Su recorrido sin duda no dejará al visitante
indiferente.
Se entra a tierra por un pozo de 64 metros de profundidad
al que se accede por una escalera de madera de 378 escalones. El tour
normal incluye un paseo a lo largo de tres kilómetros de túneles (sólo un
1% del total) en el que se muestran corredores, capillas, estatuas y un lago
subterráneo, llegando hasta 135 metros bajo tierra. La subida es más sencilla
gracias al ascensor, pero la impresión del visitante no será por ello menos
fuerte: la caverna más grande que se visita, toda ella excavada a mano y
decorada con estatuas y candelabros, es la Capilla de Santa Kinga, a veces
referida como la Catedral de Sal de Polonia. Una estatua de sal del papa Juan
Pablo II y un cuadro esculpido en sal de La Última Cena de Leonardo son dos de
las obras más características y hermosas de este lugar.
¿El mejor recuerdo para llevarse de la mina de sal de
Wieliczka? Sin duda las imágenes
grabadas en nuestra cabeza. Pero por si acaso alguien busca algo más
material, siempre puede comprar un saquito de sal. Así siempre podrá decir que,
en sus ensaladas o sus sopas, se come una porción de esa maravilla geológica
que son las minas de Wieliczka.
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