Una excursión por la Vall de Núria
Poco
podía imaginarse San Gil que, ahí
donde predicó entre pastores en el siglo VIII en medio de los Pirineos
catalanes, en la actualidad se convertiría en uno de los parajes más visitados
de las montañas catalanas que combina un santuario, una pista de esquí y un
hotel rural.
El Santuario de Núria, en el anfiteatro
montañoso que conforma el valle del mismo nombre, en el norte de la provincia de Girona, es uno de los iconos del
paisaje catalán, además del recinto para guardar una de las vírgenes más queridas.
Dice
la tradición que San Gil, nacido en Atenas y obispo de Nîmes, vino a hacer vida
de ermitaño al valle de Núria, entre los años 700 y 703. Con el tiempo, empezó
a divulgar la palabra de Dios entre los pastores del valle, y haciendo sonar
una campana, los llamaba para evangelizar además de darles comida que él mismo
cocía en una gran olla. Era muy hábil con las manos y esculpió una imagen que
él y los pastores veneraban. A raíz de una persecución religiosa, el santo tuvo
que abandonar el valle, no sin antes tener tiempo de esconder la talla de
madera, la olla y la campana.
Con
el tiempo, en el año 1072, llegó un hombre desde Dalmacia, llamado Amadeo, que
quiso construir una capilla en el lugar. Éste murió, pero en pocos años un toro
que se dio de bruces contra una pared reveló el escondrijo donde San Gil había
escondido los tres objetos.
La
famosa talla de la Virgen de Núria,
esculpida en madera de nogal y policromada, es, sin embargo, del siglo XII,
posterior a cualquiera de estas dos leyendas. Aun así, tiene un mérito especial
porque a pesar de la postura hierática del románico al que pertenece, se le
adivinan unos pequeños gestos que la hacen más suave y dulce, como el hecho de
que sujete al niño Jesús con sus dos manos.
La
olla y la campana de San Gil también tienen su historia. Los dos están de lado
en una de las alas laterales del Santuario, y se dicen que quien ponga su
cabeza en el interior de la olla y haga sonar la campana, tendrá un matrimonio
fértil y un descendiente. La tradición dice también que si el bebé resultante
es niño hay que llamarlo Gil, y si es niña, Núria.
El santo
tiene su propia ermita, de 1615 aunque reformada en el siglo XX, y que desde
2003 contiene una reliquia de San Gil.
Quizá
sea por su origen relacionado con la fertilidad femenina, pero desde que se
inauguró el hotel-restaurante y la estación de esquí junto al santuario, el Valle de Núria se ha convertido en el
paradigma del esquí (en invierno) y montañismo (en verano) familiar.
Situado
a casi 2.000 metros de altitud, el Santuario da acceso a una extensa red de
excursiones de diferentes grados de dificultad en los que varios picos que
circundan el valle son los más técnicos, como el Noufonts, Noucreus,
Finestrelles o Torreneules, aunque la joya de la región es el pico de Puigmal,
que con sus 2.910 m de altura es el más alto del Pirineo Oriental junto al
Carlit.
El
Valle también es especialmente conocido por su fauna local, fácil de ver
siguiendo cualquiera de estos caminos, como las marmotas que se esconden
rápidamente en sus madrigueras entre las rocas, o los rebecos y muflones que,
ágiles como arañas, desaparecen tras los riscos escalando con gran rapidez.
¿Cómo llegar a Núria?
Antiguamente
se llegaba a Núria a través del camino de Queralbs, de unos 6,5 kilómetros de
largo y 700 metros de desnivel, y aunque el camino sigue existiendo y es un muy
bonito recorrido para adentrarse en la montaña y poco a poco ir descubriendo
los encantos de los bosques que cruza y del río que sigue, desde 1931 existe
una forma mucho más sencilla de acceder a Núria: el cremallera. Este sale de la
estación de Ribes de Freser, a 912 metros sobre el nivel del mar y, remontando
la montaña, pasa por Queralbs y llega, después de 12,5 km de recorrido, hasta
el mismo Santuario de Núria. Cerca de mil obreros trabajaron en las obras del
cremallera, que atraviesa diversos túneles en su camino.
Sea
cual sea el método de transporte escogido, el camino hacia Núria nos fascinará
por las altas paredes de roca a lado y lado del sendero, y el río Núria ofrece
algunos bellos saltos de agua que nos preparan para una de las mejores vistas
de todo el recorrido: la del gran lago artificial del fondo del valle, con el
Santuario en su extremo y las montañas por detrás, como enmarcando el edificio.
Una de las vistas más sorprendentes del Pirineo.
El
Santuario dispone de un cómodo hotel y
un excelente restaurante bufet, así como una tienda de recuerdos y un interesante museo que nos
introducirá en la vida nómada de los pastores de montaña de los Pirineos.
Ya sea
con intención de subir a un pico, de esquiar en familia, bajar en trineo por
una rampa para niños o pasar un día tranquilo, en el Valle de Núria seguro que
se encuentra el aliciente de la naturaleza…
Para más información:
Puedes escuchar las recomendaciones para visitar El Valle de Nuria que dimos en el programa que le dedicamos en La Buena Tarde de Radio Asturias:
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