13 sept 2015

LUCHA LIBRE MEXICANA EN BARCELONA

Hombres enmascarados saltando desde las cuerdas de un ring para acabar knockeando a su oponente. Esa es la imagen que me viene a la cabeza cuando escucho a alguien hablar de lucha libre mexicana.
Este fin de semana pude comprobarlo dentro de los actos de la Fiesta Barcelona Vive México organizada por MexCat que conmemora los 205 años de la independencia de México en la capital catalana. La cita se dio en un ring montado en la plaza mayor de El PobleEspanyol.
Los contrincantes: técnicos contra rudos y franceses contra mexicanos.
Las armas: sus manos, brazos, piernas y pies.
Y sobre todo sus llaves, puesto que lo que distingue la lucha libre mexicana de su homóloga americana es el mayor uso de llaves técnicas y acrobacias aéreas para poder reducir al contrincante.
Un árbitro internacional, Ricardo Corazón de León, se encarga de juzgar las infracciones y contar los segundos en los que un luchador intenta reducir al otro en el suelo. Si llega a tres, el combate termina con el inmovilizado como perdedor.
Mientras tanto, un diálogo entre dos presentadores (uno de ellos el gran Luis Morales de UMB RADIO) amenizan los combates con comentarios para ilustrar a los profanos y hacer reír al público congregado.
El gran combate final es en parejas: los franceses, con Luis Napoleón y La Fayette contra los mexicanos, Jalapeño López y Zebra Zulú. La entrada triunfal de los dos franceses es con el himno nacional francés, acompañado por los abucheos del público, mayoritariamente de origen mexicano. Llevan la cara descubierta, lo que ayuda a interpretar mejor sus facciones resignadas e incluso contrariadas por el recibimiento. A la entrada de los mexicanos el público aplaude. Son los favoritos.

El combate dura unos veinte minutos. Los golpes, llaves, saltos, impactos en la lona, patadas, golpes de antebrazo, intentos para sacar la máscara del rival, levantamientos, giros, sacudidas, volteretas, rebotes, acrobacias e incluso insultos se suceden a una velocidad vertiginosa en la que uno y otro luchador intentan reducirse uno al otro. Cuando uno de ellos se cansa, pica la mano de su compañero situado detrás de las cuerdas para que le reemplace. Y así el combate toma cuerpo y ritmo. El público familiar disfruta cada una de las acciones, puesto que se escuchan los golpes y se ven los impactos, pero en todo momento se percibe que son movimientos sincronizados, entrenados e incluso ensayados, por lo que, a diferencia del boxeo, el dolor entre la lucha es mínimo e incluso accidental cuando se le va a uno ligeramente la mano o los pies.

Acaban ganando los mexicanos, (¡cómo no!), y los franceses se retiran después de una derrota digna. Quizá el luchador que más ha destacado sea Jalapeño López, y quizá sea por ello por lo que, tras el combate, el público se quiere hacer fotos y selfies con él.
A lo mejor les viene a la memoria el personaje de El Santo, el más conocido de todos los luchadores de México, que a lo largo de su vida llegó a rodar hasta 52 películas en las que encarnaba a un superhéroe que luchaba no contra rivales en el ring, sino con gentuza del hampa, científicos locos o criaturas monstruosas… Si algo demuestra la lucha libre mexicana es que sus personajes trascienden más allá del ring y se convierten en inspiradores para la lucha contra la opresión, la maldad y la injusticia.

Si te interesa la lucha libre mexicana, no te pierdas este vídeo de mi amigo, Rubén y el mundo.

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